Para acelerar el desarrollo sostenible en nuestras ciudades se requieren alianzas sólidas a nivel local, nacional e internacional. Los gobiernos locales desempeñan un papel importante en la implementación de políticas y programas, donde las buenas prácticas basadas en recursos adecuados, participación efectiva y colaboración entre actores relevantes son claves. A través de estas alianzas y prácticas sólidas podemos avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo en las ciudades, abordando desafíos globales y construyendo un mundo resiliente para todos.
Las agendas globales y compartidas son cruciales para lograr el desarrollo sostenible en el ámbito urbano. Estas agendas, representadas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y la Nueva Agenda Urbana (NUA, por sus siglas en inglés), brindan un marco para la colaboración entre naciones, ciudades y partes interesadas en busca de objetivos comunes.
En 2015, los países reconocieron la necesidad de lograr un financiamiento integral para el desarrollo y adoptaron una nueva agenda para el desarrollo sostenible, que incluyó un acuerdo global sobre cambio climático. Esta agenda, la primera en la que participaron todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, establece un plan de acción para abordar desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y la degradación ambiental. A través de 17 objetivos interrelacionados, busca promover una prosperidad económica compartida, desarrollo social y protección ambiental en todos los países. Los ODS se centran en desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia.
Aunque los ODS tienen alcance global, su implementación se realiza principalmente en las ciudades. La inclusión del Objetivo 11 en la Agenda 2030, “Lograr que ciudades y asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”, sitúa a la urbanización y al desarrollo urbano en el centro del desarrollo sostenible, reconociendo su importancia para el bienestar de la población y el desarrollo económico, social y ambiental.
La Agenda 2030 impulsa un modelo de desarrollo integral centrado en cinco dimensiones fundamentales: personas, prosperidad, planeta, participación y paz. Estas dimensiones se conocen como “Las 5 P de la Agenda 2030”. Sin embargo, las tendencias sociales, económicas y ambientales actuales están reconfigurando el mundo y plantean nuevos desafíos para el cumplimiento de los ODS. Entre estas tendencias destacan la urbanización, el cambio demográfico y climático, las crisis persistentes y las tecnologías de vanguardia.
La Nueva Agenda Urbana, adoptada en octubre de 2016 durante la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, es una propuesta estratégica para el desarrollo de ciudades y asentamientos humanos sostenibles en los próximos 16 años. Busca un cambio de paradigma que oriente políticas, programas y proyectos hacia el desarrollo urbano sostenible. La NUA establece un ideal común para lograr un futuro mejor y más sostenible, donde todas las personas disfruten de igualdad de derechos y acceso a los beneficios y oportunidades que las ciudades pueden ofrecer. Además, insta a la comunidad internacional a reconsiderar los sistemas urbanos y la forma física de nuestros espacios urbanos como medios para lograrlo. En este sentido, la NUA orienta el contenido urbano de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
Las buenas prácticas surgen como innovaciones o experiencias piloto que, después de ser probadas y replicadas en diferentes contextos, evolucionan hacia políticas públicas efectivas.
Alianzas para el desarrollo sostenible
La visión compartida de las agendas globales moviliza la voluntad política, compromete a las partes interesadas y fomenta un sentido de responsabilidad colectiva, lo que conduce a soluciones más eficaces y sostenibles. Estas agendas establecen objetivos claros y medibles para promover el desarrollo sostenible, incluyendo la reducción de desigualdades, la inclusión social y de género, el crecimiento económico sostenible, la protección de los derechos humanos y la promoción de prácticas de sostenibilidad ambiental.
El Objetivo 17 de los ODS, “Revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible”, es especialmente relevante en este contexto. Promueve el establecimiento de asociaciones inclusivas a nivel global, regional, nacional y local, en torno a los objetivos compartidos de las agendas globales. El Objetivo 17 incluye metas financieras para priorizar la financiación del desarrollo en países en desarrollo, metas tecnológicas para promover tecnologías sostenibles y su transferencia, metas de creación de capacidad para aumentar el apoyo internacional en la construcción de capacidades efectivas, y metas relacionadas con el comercio y cuestiones sistémicas.
Estas alianzas no solo son relevantes en la esfera política o para actores con poder de decisión, sino también en la esfera pública. Es fundamental abrir espacios de diálogo y consulta con diversos actores y sectores, incluyendo gobiernos, sector privado, ciudadanía y academia, para asegurar que las necesidades y perspectivas de todas las personas se tengan en cuenta. Las alianzas también son fundamentales para la localización de las agendas globales, ya que los problemas locales y globales están cada vez más interconectados. Los gobiernos locales y regionales desempeñan un papel crucial en la regulación del desarrollo, el ordenamiento del territorio y la protección de los recursos compartidos.
Algunas acciones que pueden contribuir a la localización de los compromisos asentados en las agendas globales son: el fortalecimiento de las capacidades de las autoridades para operar planes, programas y proyectos; la creación de espacios de participación abiertos y plurales para cocrear tanto estrategias como líneas de acción; el establecimiento de alianzas y redes con otros gobiernos locales, empresas y organizaciones de la sociedad civil; y el desarrollo de mecanismos de medición y monitoreo constante del progreso en la implementación de las agendas.
Buenas prácticas para el desarrollo sostenible
Las buenas prácticas surgen como innovaciones o experiencias piloto que, después de ser probadas y replicadas en diferentes contextos, evolucionan hacia políticas públicas efectivas. Para que los ejercicios de implementación se conviertan en buenas prácticas es necesario asignar recursos adecuados, establecer mecanismos de seguimiento y evaluación, fomentar la participación efectiva de la comunidad y promover la colaboración entre diferentes actores.
Es crucial asignar recursos financieros y humanos adecuados para asegurar la sostenibilidad a largo plazo de los proyectos y programas desarrollados. Además, es fundamental establecer indicadores y mecanismos de seguimiento y evaluación para comunicar los objetivos, el progreso y los resultados de la implementación de programas, proyectos, políticas y planes relacionados con las agendas globales. La participación efectiva de la comunidad en la planeación, implementación y seguimiento es esencial, así como fomentar la colaboración y las alianzas entre actores relevantes para promover el intercambio de conocimientos.
El desarrollo de buenas prácticas puede surgir en cualquier sector de la población y a cualquier escala, siempre que estén orientadas a fomentar el desarrollo sostenible a través de alianzas inclusivas y mecanismos de participación. Estas prácticas contribuyen a potenciar el alcance del ejercicio y el monitoreo de las metas establecidas mediante indicadores de resultados.
Conclusiones
Las agendas globales y compartidas, como los ODS y la NUA, proporcionan un marco para promover el desarrollo sostenible en el ámbito urbano. Estas agendas movilizan la voluntad política, establecen objetivos claros y medibles, así como fomentan alianzas inclusivas y la colaboración entre diferentes actores. Sin embargo, las tendencias sociales, económicas y ambientales actuales presentan desafíos para su cumplimiento. La pandemia por la COVID-19, los conflictos y las crisis persistentes afectan la implementación de las agendas globales y requieren un esfuerzo urgente para su cumplimiento.
Las alianzas son fundamentales para acelerar el desarrollo sostenible desde lo local, nacional e internacional. Los gobiernos locales juegan un papel crítico como promotores y ejecutores de políticas y programas, así como catalizadores de las ventajas comparativas locales. Las buenas prácticas, basadas en la asignación de recursos adecuados, la participación efectiva y la colaboración entre actores relevantes, son claves para institucionalizar y replicar experiencias exitosas.
A través de alianzas sólidas y buenas prácticas podemos avanzar hacia un desarrollo sostenible en el ámbito urbano, abordando desafíos globales y construyendo un futuro mejor y más equitativo para todas las personas. Es responsabilidad de todos, desde lo local hasta lo internacional, trabajar juntos para lograr un mundo más sostenible y resiliente.