Por Magaly Villareal Páez
La autora es arquitecta y maestra en Valuación por la UANL. Ha sido asesora energética por más de una década y actualmente es directora general de la Alianza por la Eficiencia Energética–ALENER. Puede ser contactada en el correo electrónico: arq.magaly.villarreal@gmail.com
Entre las amenazas físicas que vulneran en extremo la vida y, por lo tanto, los asentamientos humanos rurales o urbanos, la escasez de agua es, por mucho, uno de los mayores retos a enfrentar ante la crisis hídrica y climática que vivimos en México y en el mundo. Aunque la solución pareciera estar en manos de los gobiernos y organismos encargados del tema, la realidad es que no debemos subestimar el valor de las acciones individuales, familiares y de las comunidades en las que vivimos. Nuestros esfuerzos suman y existen opciones a nuestro alcance para generar cambios importantes y reducir la vulnerabilidad a la que nos enfrentamos. El compromiso es y debe ser de todos.
El agua es por excelencia el elemento vital de nuestro planeta y de nuestra vida, tiene influencia en todo lo que somos y hacemos; desde el agua que bebemos diariamente, la que se requiere para la producción de alimentos, la generación de energía, la producción industrial, entre muchas otras más. “Sin embargo, hay múltiples crisis hídricas que se manifiestan en todo el mundo, con demasiada agua, muy poca o demasiado contaminada” (WBG, 2023). Recientemente en México hemos empezado a escuchar referencias sobre la inminencia de la llegada del “día cero”, momento en el que una ciudad se quedará sin suficiente agua para satisfacer las necesidades de sus habitantes. Y aunque no es posible predecir con exactitud una fecha, las sequías, las altas temperaturas, el aumento poblacional, la contaminación de mantos acuíferos, entre otras manifestaciones, nos hacen reflexionar sobre la vulnerabilidad que enfrentamos ante el inminente estrés hídrico como sociedad, pero especialmente como individuos en nuestras viviendas. Ante este panorama, los datos son muy claros:
► Solo 0.5% del agua presente en la Tierra es agua dulce, utilizable y disponible (WMO, 2021). Por su parte, la Unesco y ONU-Agua, en su informe mundial 2024 sobre la situación hídrica, aportan otros datos alarmantes:
► 70% del volumen de agua dulce es usado en agricultura.
► 2.2 mil millones de personas no tuvieron acceso a agua potable gestionada de forma segura en 2022.
► 1.4 mil millones de personas fueron afectadas por sequías entre 2001 y 2021.
► Las pérdidas económicas causadas por inundaciones en ese mismo lapso fueron de 832 millones de dólares.
► Alrededor de 80% de los empleos en países de bajos ingresos, en los que la agricultura es la principal fuente laboral, dependen del agua.
► Un aumento de 10% en la migración global estuvo vinculado a los déficits de agua entre 1970 y 2000.
El Banco Mundial, en el marco estratégico y hoja de ruta para la acción “Scaling Up Finance for Water”, proyecta que, de acuerdo con las tendencias actuales, el mundo se enfrentará a un déficit de 40% entre la demanda y la oferta de agua para 2030 y que se requerirá una inversión en infraestructura relacionada con el agua de 6.7 trillones para 2030 y 22.6 trillones para 2050 (WBG, 2023).
El Atlas de Riesgos Hídricos de Acueductos muestra que 25 países, en donde reside una cuarta parte de la población mundial, se enfrentan a un estrés hídrico extremadamente alto cada año, utilizando regularmente casi todo su suministro de agua disponible (WRI, 2023). En este documento, México está ranqueado en el lugar 26 de 164 países con un alto nivel de estrés hídrico (40-80%). El 14% de las cuencas hidrológicas mexicanas, con 32.1% de la población, 24% de los acuíferos y donde habita 52.9% de la población nacional, presentan problemas de déficit de agua, que se verán aún más agravados con el cambio climático (INECC, 2022).
Además, debido al crecimiento de la población, la disponibilidad de agua en el país ha disminuido de manera considerable: en 1910 era de 31 000 m³ por habitante al año; para 1950 había disminuido hasta un poco más de 18 000 m³; en 1970 se ubicó por debajo de los 10 000 m³, en 2005 era de 4 573 m³ y para 2019 disminuyó a 3 586 m³ anuales por cada mexicano (Inegi, 2019). Por su parte, el IMCO pronostica que descienda por debajo de los 3 000 m³ por habitante al año para 2030. Esto considerando que la Organización Mundial de la Salud establece que “menos de 5 mil metros cúbicos de agua por habitante al año representa una baja disponibilidad” (Conagua, 2012).
Esta reducción constante en la disponibilidad del agua en nuestro país puede explicarse desde distintos factores, como el aumento de la población, la contaminación de los cuerpos de agua, las notorias sequías, entre otros. Al respecto, el IMCO describe la situación de los últimos años en el país:
Durante los últimos años las regiones centro y norte de México han experimentado problemas de escasez debido al aumento de las sequías. Si bien son fenómenos recurrentes en México, la tendencia de la última década muestra que han aumentado en duración e intensidad (IMCO, 2023). En particular, en 2011 se registraron las peores sequías desde 1941 y casi todo el territorio nacional padeció en algún grado este fenómeno, siendo las zonas norte y centro las más afectadas (IMCO, 2023).
Un segundo año crítico fue 2021 con 71% de sequías severas, que representaron un riesgo de pérdidas en cultivos; 26% fueron extremas, caracterizadas por pérdidas mayores en cultivos, y riesgo de incendios forestales. Por último, 3% fueron sequías excepcionales, con las que hay riesgos con mayores impactos como pérdidas generalizadas de cultivos o pastos, riesgo mayor de incendios, escasez total de agua en embalses, arroyos y pozos, y alta probabilidad de una situación de emergencia debido a la ausencia de agua (IMCO, 2023).
En 2019, la Unesco catalogó al río Bravo como la cuenca con mayor estrés hídrico del mundo; situación grave porque provee agua a 7 estados, tanto en México como en Estados Unidos (IMCO, 2023). En la zona centro, las regiones Lerma-Santiago-Pacífico y aguas del Valle de México abastecen a la zona central del país, donde se ubica 17% de la población nacional, con una tasa de crecimiento anual de 4%.
Por su parte, la región Lerma-Santiago-Pacífico es la de mayor consumo del agua en México, con 20% del total, y solo dispone de 2% del agua renovable de las cuencas del país. También es la región con mayor número de cuencas sobreexplotadas (27%), y es una de las más afectadas por las sequías a nivel nacional.
El Sistema Cutzamala (ubicado en la cuenca Lerma-Santiago-Pacífico), que abastece agua a parte de la Ciudad de México y del Estado de México, se encontró en su menor nivel de los últimos 10 años durante junio de 2021, con únicamente 35% de su nivel máximo (IMCO, 2023).
Evidentemente en todo el mundo se trabaja en proyectos que buscan soluciones al abastecimiento de agua y la crisis hídrica, como lo indica una de las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 Agua Limpia y Saneamiento, pero es extremadamente importante hacer énfasis en aquellas soluciones que priorizan la reducción del consumo personal y familiar, el manejo responsable y el ahorro del agua en nuestras viviendas y comunidades.
Más allá de enfatizar en los datos poco o muy conocidos respecto de la crisis hídrica, este artículo hace hincapié en tres opciones viables y sencillas que, a nivel vivienda, podemos poner en práctica para reducir la vulnerabilidad hídrica que enfrentamos y enfrentaremos, disminuyendo y haciendo más eficientes nuestros consumos diarios del vital líquido.
- Captación de lluvia
Aunque nuestro país tiene un territorio con marcadas diferencias climáticas, en la mayor parte de los estados podemos implementar soluciones basadas en la captación de lluvias:
Anualmente, México recibe aproximadamente 1.5 millones hm³ de agua en forma de precipitación. Entre las regiones hidrológico-administrativas y cuencas hidrológicas en las que está dividido el territorio, la correspondiente a la Frontera Sur (Chiapas y Tabasco) es la más húmeda con una precipitación normal anual de 1 842 mm, mientras que la Península de Baja California es la más seca con solo 168 mm de precipitación normal anual (IMCO, 2023).
Es importante mencionar que el cambio en la variación e intensidad de lluvias en México, sumado a la presencia de sequías, dificulta la captación de agua tanto en cuerpos de agua superficiales como subterráneos e inclusive en presas (IMCO, 2023).
De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Tecnológicas del Agua, “los sistemas de captación de agua de lluvia son una ecotecnología alternativa para el abastecimiento de agua en los hogares, especialmente en zonas donde el recurso hídrico es escaso o de baja calidad” (ITAAC, 2023). Básicamente aprovechamos la lluvia que cae sobre nuestros techos u otras superficies, y la almacenamos en depósitos como tinacos o cisternas para usarla en el lavado de ropa, riego de plantas, limpieza del hogar o incluso consumo humano, siempre y cuando se apliquen los tratamientos adecuados para garantizar su pureza o potabilidad.
Captar, almacenar y usar el agua de lluvia contribuye a reducir consumos de la red pública y los costos del servicio, evitar la sobreexplotación de los acuíferos y brindar seguridad hídrica a las familias; adicionalmente, coadyuva en disminuir los riesgos de inundaciones en las áreas urbanas en las que la infiltración al subsuelo es reducida por el alto porcentaje de superficies pavimentadas.
Un sistema de captación de agua de lluvia está formado generalmente por los siguientes elementos:
► Superficie de captación: por lo general corresponde a los techos de las viviendas (área en la que colectaremos la lluvia).
► Medio de conducción del agua captada: canaletas o tubos.
► Recipiente de almacenamiento de las primeras lluvias: su función es recibir el agua que ha limpiado la superficie de captación.
► Tanque de almacenamiento: depósito tipo cisterna.
► Tratamiento del agua: este dependerá del uso que daremos al agua captada.
► Distribución del agua: generalmente se requiere incluir una bomba para conducir el agua para su uso en nuestra vivienda.
Figura 2. Sistema de captación de agua de lluvia
Si no sometemos a tratamiento el agua de lluvia captada, la podemos emplear para limpieza, riego y uso sanitario, pero si adicionalmente implementamos un proceso de filtrado y purificación (luz ultravioleta, clorado, etc.), entonces podremos aprovechar el agua de lluvia para cualquier uso en nuestra vivienda, incluido el consumo humano.
Claramente, el elemento que requiere una mayor inversión en este tipo de sistema es el tanque de almacenamiento, pero podemos iniciar con los contenedores que tengamos a la mano e ir aumentando su capacidad.
Captar agua de lluvia en nuestras viviendas nos permite reducir significativamente la vulnerabilidad relacionada con la escasez hídrica y, si combinamos la captación pluvial con las siguientes soluciones, definitivamente podemos aspirar a asegurar la provisión de este vital líquido en nuestra vida diaria.
2. Reúso
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), “una persona requiere de 100 litros de agua al día (cinco o seis cubetas grandes) para satisfacer sus necesidades básicas (tanto de consumo como de higiene)”.
Según informes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua, 2015), “en México cada habitante ocupa diariamente en su vivienda un promedio de 200 litros”, y “la Ciudad de México tiene uno de los consumos más elevados del país, con 360 litros al día por habitante” (agua.org.mx, 2019).
Aunque hay diferencias en los promedios de consumo, existe un cierto consenso sobre el uso de agua en las viviendas en el mundo:
Dos tercios del agua consumida en el hogar se utilizan en el cuarto de baño. Impresionantemente, durante una ducha de solo cinco minutos se utilizan entre 95 y 190 litros de agua. Dentro de una casa media, el consumo del agua es de 73% en el baño, seguido de 19% en la cocina y 8% en otras partes de la casa. Dentro del cuarto de baño, la ducha/baño supone, por sí sola, un tercio del consumo, 34%. Siguen el uso del inodoro (21%) y el gasto del agua en el lavabo 18% (Fundación Aquae).
En este punto cabe precisar que, de acuerdo con el uso que le damos al agua en nuestra vivienda, esta se clasifica en agua negra, aquella que usamos en las descargas sanitarias, y agua gris, el resto de los usos de higiene como lavabo, regadera, lavadora, fregadero, etcétera.
Ante estas cifras, podemos visualizar la gran oportunidad que tenemos de aprovechamiento eficiente del agua residencial. Tomemos como ejemplo el promedio nacional de gasto de agua, de 200 litros por persona por día, y dividamos su uso en agua gris (entre 70 y 80%), aproximadamente entre 140 y 160 litros, y en agua negra (entre 20 y 30%), equivalente a 40 a 60 litros, multiplicado por la cantidad de miembros en la familia por los 365 días del año.
Una familia de cuatro integrantes tiene la oportunidad de reutilizar entre 200 000 a 230 000 litros de agua que corresponden a las aguas grises que generan a lo largo de un año.
Esta gran oportunidad de ahorro de agua se podría generar simplemente al separar la red de tuberías hidráulicas (las que llevan el agua limpia a cada espacio de nuestra vivienda) y de drenaje (las que sacan el agua que ya usamos, hacia la red de drenaje municipal) en nuestros hogares por el tipo de uso que le damos al agua, canalizando el agua gris para reúso en sanitarios, o escalando su aprovechamiento al implementar biofiltros que permitan reutilizar la mayor cantidad de agua gris, integrándola nuevamente al ciclo de consumo de nuestra vivienda.
Los biofiltros de aguas grises o humedales, básicamente se realizan con materiales de construcción como tabiques, blocks o concreto, entre otros, y tienen la forma de jardineras o maceteras lineales que se pueden colocar en patios, jardines o azoteas.
Se conforman de un par de cámaras iniciales que atrapan la grasa contenida en el agua gris, para posteriormente pasar el agua resultante a través de un conjunto de cámaras en las que se colocan rocas —como el tezontle— y plantas acuáticas que, en conjunto, realizan la labor de filtrado, proceso que imita lo que sucede en la naturaleza cuando el agua se infiltra en el subsuelo y este se encarga de filtrar y eliminar los contaminantes presentes.
Figura 3. Esquema de funcionamiento de un biofiltro de aguas grises para vivienda
Como un paso adicional para el reúso de toda el agua gris que generamos, incluido el consumo, al final del proceso del biofiltro se coloca un sistema de purificación —por ejemplo, a través de luz ultravioleta o de cloración— para eliminar virus y bacterias; el agua resultante alcanza la calidad necesaria para reintegrarse al tinaco o cisterna de la vivienda, permitiendo nuevamente su aprovechamiento cíclico. Cabe mencionar que el gasto energético de poner en marcha estos sistemas de reúso y purificación de agua es mínimo, ya que actualmente en el mercado existen bombas (para subir el agua al tinaco o presurizarla en las tuberías) con consumos mínimos, similares a los consumos de un foco.
3. Baños secos
Este es un paso más allá de separar aguas y filtrar las grises para su reúso. Un baño seco, como su nombre lo indica, no usa agua para eliminar nuestros desechos, sino que las heces se acumulan en recipientes a los que se les agrega material orgánico —como aserrín, tierra u hojas— y se compostan. Al cabo de unos meses, los residuos pueden ser utilizados como nutrientes para la tierra.
Figura 4. Ventajas del uso del baño seco y esquema técnico de su funcionamiento
Es normal que el solo hecho de escuchar la posibilidad de vernos en la necesidad de hacer un manejo de nuestros desechos sólidos, más allá de solamente jalar una palanca, nos cause incertidumbre e incomodidad, ya que hemos normalizado que el vehículo para deshacernos de ellos es el agua.
Sin embargo, debemos pensar que esa agua que se usa en inodoros convencionales tiene la calidad suficiente para ser bebida y termina como agua negra, en el mejor de los casos en la infraestructura municipal, pero comúnmente termina en ríos y cuerpos de agua sin ningún tipo de tratamiento previo a su vertido, lo que incrementa los desechos orgánicos y causa la contaminación del agua y del medioambiente.
Para dimensionar este punto, retomemos el ejemplo de consumo de agua anual de una familia de cuatro personas calculando esta vez el agua que requieren para jalar la palanca del sanitario (agua negra): entre 58 000 y 87 000 litros de agua potable que se van a la red de drenaje y requerirá ser tratada para cualquier nuevo uso. Como ejemplo para dimensionar este volumen de agua negra, la familia de cinco integrantes llenaría ¡más de 3 000 garrafones de 20 litros al año!
El principal problema es la gran cantidad de agua residual que estamos generando día a día. De acuerdo con la Conagua, “el total de agua residual tratada en México corresponde solamente a 31.7%”.
El tratamiento de agua es un proceso costoso, complejo y de grandes dimensiones. “La reducción de la contaminación del agua requiere una fuerte inversión en infraestructura para el tratamiento de las aguas residuales y representaría un ahorro en cuanto a la atención médica que debe darse al tratamiento de enfermedades diarreicas provocadas por agua y productos agrícolas contaminados” (Agua.org.mx., s. f.).
Ante estos datos, es fácil dimensionar el gran impacto que las descargas de aguas sin tratamiento están haciendo en el medioambiente.
Figura 5. Contaminación del agua en México
Reflexiones finales
En resumen, queremos pensar que las crisis hídricas no nos alcanzarán, pero es innegable que el agua disponible en el mundo y en nuestro país se ha reducido, contaminado o simplemente su distribución y aprovechamiento se vuelve incierto ante la influencia del cambio climático. De mantenerse esta tendencia, en el corto plazo padeceremos su escasez, por lo que debemos prepararnos y buscar e implementar alternativas que proporcionen resiliencia a nuestras viviendas.
La captación de agua pluvial, el reúso del agua mediante biofiltros y sistemas de purificación y los baños secos, son tecnologías accesibles y sencillas que deberían ser incorporadas desde la construcción de cada vivienda nueva en nuestro país, pero que también podemos adaptar escalonadamente de acuerdo con las características particulares de las viviendas ya existentes.
Medidas como las descritas en el presente artículo nos brindarán un gran potencial para el manejo eficiente del agua, nos generarán ahorros económicos y seguridad hídrica, sin mencionar que estaremos contribuyendo significativamente al cuidado del medioambiente que requiere de nuestro compromiso y acciones urgentes.
El primer paso para visualizar el problema es medir nuestros consumos personales y familiares, establecer límites y conductas responsables, así como ser conscientes del enorme valor de cada gota de agua que circula en las tuberías de nuestro hogar. Adicionalmente, investigar la cantidad de precipitación pluvial en nuestras localidades, las tecnologías disponibles en el mercado para el almacenamiento, tratamiento y reúso del agua, así como priorizar la rápida detección y reparación de fugas, el uso de aparatos y equipos eficientes que generen ahorros de agua (sanitarios ecológicos, llaves ahorradoras, etc.) y nuestro compromiso para cuidar cada gota, es lo que hará la diferencia en nuestras vidas, en nuestros hogares y en el planeta en los tiempos difíciles que estamos viviendo y que, ante la inacción, solo se recrudecerán ubicándonos en un grave escenario de vulnerabilidad.
Referencias
AGUA.org.mx, Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental, A. C., (s. f.). Contaminación en México. https://agua.org.mx/agua-contaminacion-en-mexico/#aguas-residuales-y-contaminacion
AQUAE Fundación (2021). Consumo de agua per cápita en el mundo. https://www.fundacionaquae.org/consumo-de-agua-per-capita-en-el-mundo/
FAO y ONU-Agua (2021). Portal de Datos de Indicadores de los ODS. https://www.fao.org/sustainable-development-goals-data-portal/data/indicators/642-water-stress/es
Fundación UNAM (2017). Estrés hídrico: ¿Nos estamos quedando sin agua? https://www.fundacionunam.org.mx/ecopuma/estres-hidrico-nos-estamos-quedando-sin-agua
Instituto Mexicano para la Competitividad–IMCO (2023). Aguas en México, ¿escasez o mala gestión? https://imco.org.mx/wp-content/uploads/2023/02/Situacion-del-agua-en-Mexico
INECC (2022). Primera Comunicación sobre la Adaptación de México ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. https://unfccc.int/sites/default/files/resource/2022_adcom_mexico.pdf
Inegi (2019). Agua potable y drenaje, Agua renovable por habitante. https://www.cuentame.inegi.org.mx/territorio/agua/dispon.aspx
Instituto de Investigaciones Tecnológicas del Agua–Itaac (2023). Sistemas de captación de agua de lluvia. https://www.iitaac.org.mx/sistemas-de-captacion-de-agua-de-lluvia/
Organización de las Naciones Unidas (2018). La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: una oportunidad para América Latina y el Caribe.
Semarnat/Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable/Comisión Nacional del Agua-Conagua (2013). Cuadernos de divulgación ambiental: el agua en México. https://biblioteca.semarnat.gob.mx/janium/Documentos/Ciga/Libros2013/CD002245.pdf
Unesco y ONU-Agua (2020). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020. Agua y Cambio Climático. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000372882_spa
Unesco y ONU-Agua (2021). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2021. El valor del Agua. https://agua.org.mx/wp-content/uploads/2021/03/375750spa.pdf
Unesco y ONU-Agua (2024). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2024. Agua para la prosperidad y la paz. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000372882_spa
World Bank Group, Khemka, R., López, P. y Jensen, O. (2023). Scaling Up Finance for Water a WBG Strategic Framework and Roadmap for Action. https://openknowledge.worldbank.org/server/api/core/bitstreams/e76f7426-d85c-46d3-9303-c2dd091b7010/content
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