Revista Vivienda Infonavit

Entender la Ciudad de México: 500 años de perspectiva urbana

La Cuenca de México es cuna de la civilización mexica y una de las más prósperas de Mesoamérica, con una historia de poblamiento que se extiende por milenios. En este texto se hace un breve repaso histórico de la transformación de la región para comprender el desarrollo urbanístico de la Ciudad de México, en la que actualmente existen zonas de elevado índice de vulnerabilidad y marginalidad en detrimento de la calidad de vida de su población.1

Intentar comprender los fenómenos urbanos y demográficos que enfrentamos en la actualidad es imposible sin acercarnos al pasado. Para entender la profundidad de los serios problemas actuales de movilidad, segmentación social, sed y contaminación, debemos asomarnos a la historia. Este repaso histórico de la Cuenca de México2 —desde sus inicios geológicos hasta los acontecimientos más importantes del siglo pasado— no pretende ser exhaustivo, sino resaltar solo algunos hitos que marcaron la morfología de la ciudad actual, con todas sus ventajas y sus problemas.

Algunos investigadores consideran a la Paleocuenca de Aztlán, hace un millón de años, como el antecedente de la actual Cuenca de México (Silva Romo et al., 2002). Sin embargo, hay discrepancias, ya que otras teorías plantean que el vaso del Lago de Texcoco se formó hace unos 700 000 años, tras las erupciones del corredor Chichinautzin, las cuales bloquearon el drenaje natural al Pacífico a través del río Balsas. Este evento hidrológico marcó el inicio de la moderna cuenca endorreica, como indican Mooser (1975), así como Velasco y Verma (2001). A lo largo de medio millón de años, la región ha experimentado un paleoambiente influenciado por el vulcanismo y cambios climáticos, lo que ha llevado a adaptaciones en la flora y fauna locales (Montero, 2022).

En un periodo más “reciente” (hace aproximadamente 100 000 años), durante una era glacial en la que extensas zonas continentales estaban cubiertas por hielo perenne, las montañas más altas de la Cuenca de México también estaban heladas, con una zona de ablación a unos 3 000 metros de altitud. Este paisaje nevado, frío y húmedo propició la formación de grandes lagos en la región (Montero, 2022).

Durante el Preclásico Tardío (1500 a. n. e. – 200 n. e.), los escasos pobladores nómadas de la Cuenca de México cambiaron su estilo de vida al sedentarismo, marcado por el desarrollo de la agricultura y el surgimiento de aldeas permanentes. Se han encontrado pocos y muy pequeños sitios arqueológicos en la Cuenca que daten de este periodo, lo que indica que la población era muy reducida, formada por grupos pequeños de carácter familiar. Entre estas comunidades tempranas destacan Cuicuilco y Ticomán, florecientes entre el 800 a. n. e. y el 200 n. e. (Matos, 2006).

A partir del siglo tercero de nuestra era, la región presenció el ascenso de importantes ciudades-Estado, como Teotihuacán, Azcapotzalco y Culhuacán. Estas ciudades, con complejas estructuras sociales, políticas y económicas, dejaron un legado permanente en forma de majestuosas pirámides, templos y obras de arte que aun hoy tenemos la fortuna de apreciar.

En el apogeo de la civilización mexica (1325-1521), previo a la llegada de los españoles, se calcula que la población de Tenochtitlán alcanzó aproximadamente 175 000 habitantes (Matos, 2006).

Los lagos del sur eran dulces debido a los manantiales de Chalco y Xochimilco, mientras que los del norte eran salados por el suelo salitroso de Texcoco, que aún persiste. Para dividir las aguas, en 1449 Nezahualcóyotl ordenó la construcción de un albarradón, muro que aún se conserva en fragmentos y separaba las aguas dulces de las saladas.3

La ciudad de Tenochtitlán contaba con un sistema de drenaje y eliminación de desechos eficiente, así como un estricto control de la basura —la limpieza de las aguas era una cuestión tan vital, casi sagrada, que había encargados de vigilar el mantenimiento de las acequias y de sancionar su contaminación—.

La Conquista española

Cuando el ejército de Hernán Cortés llegó a Tenochtitlan el 8 de noviembre de 1519, la ciudad era parte de la Triple Alianza, junto con Tlacopan y Texcoco (Matos, 2006). Esta alianza ejercía un control territorial, militar y cultural sobre grandes extensiones de lo que hoy es la república mexicana (Montero, 2022).

El arribo de los españoles significó un cambio profundo en la vida antigua, y marcó un quiebre en la conformación social, funcionamiento natural y dinámica de vida de la Cuenca de México. Para empezar, la población indígena sufrió un drástico declive a causa de enfermedades, conflictos bélicos y trabajos forzosos. Se estima que, menos de un siglo después de la Conquista, desapareció alrededor de 90% de la población nativa de esta área (Kamen, 2003).

La Ciudad de México fue construida sobre las ruinas de Tenochtitlan para asentar la capital virreinal de la Nueva España; un proceso que implicó un gradual mestizaje cultural y social (Ramírez, 2022), así como la destrucción de ecosistemas y la desecación de los cuerpos de agua de la región para trazar la que hoy es una de las urbes más grandes y desiguales del mundo.

Como escribió el conquistador y cronista Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, para los recién llegados, Tenochtitlan era “una ciudad flotante”:

Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de estas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas. Y todas las calles de trecho a trecho están abiertas por donde atraviesa el agua de las unas a las otras, y en todas estas aberturas, que algunas son muy anchas hay sus puentes de muy anchas y muy grandes vigas, juntas y recias y bien labradas, y tales, que por muchas de ellas pueden pasar diez de a caballo juntos a la par […] (Díaz del Castillo, 2011).

Mapa de Uppsala

De los pocos documentos cartográficos de ese entonces con los que contamos es el Mapa de Uppsala. También conocido como Mapa de Santa Cruz, documento excepcional que combina el conocimiento indígena y la cultura renacentista europea. Realizado sobre piel y con medidas de 114 × 78 cm, muestra la configuración urbana, orográfica y ciertos aspectos de la vida cotidiana de Tenochtitlan inmediatamente después de la Conquista.

Para Miguel León-Portilla es la representación más detallada que se conoce de la región donde se asentó la capital del país. Se trata de un plano fundamental para el análisis y comprensión de la primera traza de la Ciudad de México y sus consecuencias sociales, urbanas y espaciales. En él es evidente la distinción de al menos dos ciudades: la de los españoles y la de los indígenas, pues las diferencias arquitectónicas, urbanísticas y sociales son notables a simple vista. Se observan claramente las grandes construcciones de la ciudad española, protegidas, bien trazadas y alzadas, contra unas casitas vulnerables y endebles en los límites más indeseables de la laguna de México, que corresponden a las secciones de los “naturales”, concepto utilizado como pretexto para justificar divisiones urbanas con un sentido más hondo que la simple distribución geográfica de la población.

La capital mexica era entonces una gran incomprendida ante ojos europeos; se trataba de una metrópoli que se alzaba en medio de un gran cuerpo de agua, donde se navegaba por estrechos canales. Su centro ceremonial, corazón del imperio, servía como punto de partida de las calzadas que conducían a tierra firme, y estaba rodeado tanto por chinampas4 como por barrios más residenciales que se adaptaban constantemente al rápido crecimiento urbano de la ciudad (Mier y Terán, 2005).

La antigua Tenochtitlan representaba el poderío del imperio mexica y ocupar físicamente su espacio reforzaba el triunfo de los españoles. La traza del nuevo orden construido sobre las cenizas de la ciudad antigua se encomendó a Alonso García Bravo,5 quien debió adaptarla a factores físicos como edificaciones aún en pie, calzadas que conectaban la isla con tierra firme y las principales acequias. La Ciudad de México se convirtió en el modelo de trazado reticular a replicar en las nuevas tierras conquistadas, concebido como una república para indígenas y españoles.

No obstante, desde el inicio se buscó que las viviendas indígenas quedaran fuera de los límites urbanos, reservando el centro y los primeros cuadros exclusivamente para los peninsulares, con construcciones sólidas sobre suelos más seguros, pues las orillas de la isla se consideraban como tierras no deseables debido al riesgo de inundaciones (Matos, 2006).

En cuanto a la estructura vial de la nueva ciudad, las tres calzadas que se extendían desde el centro ceremonial —Tlacopan hacia el oeste, Iztapalapa hacia el sur y Tepeyac hacia el norte— se respetaron para el trazo de la nueva metrópoli (Mier y Terán, 2005). Se mantuvieron los dos ejes principales de la ciudad indígena: la calzada de Tacuba como decumeno máximo6 en sentido oriente- poniente, y la de Iztapalapa como cardo máximo en sentido norte-sur (Borja, 2019).

Tras el impacto de la brutal conquista militar en los pueblos originarios, la llegada de los franciscanos (1524) y posteriormente de los jesuitas (1572) a la Ciudad de México marcó un cambio drástico en la percepción y trato hacia la población indígena. Estas órdenes religiosas, especialmente los jesuitas, abogaron por mejores condiciones para los pueblos originarios y establecieron iglesias en las zonas periféricas donde residían. Su enfoque humanitario y la creencia de que los indígenas tenían alma y, por lo tanto, debían ser tratados como iguales desencadenaron importantes debates en aquel entonces.

La arquitectura de los templos, colegios y plazas construidos por los franciscanos y jesuitas no solo influyó en la traza urbana, sino también contribuyó a la cohesión social en la Ciudad de México en sus primeros años de fundación (Ramírez, 2023).

En la edificación de la nueva ciudad se optó por combatir las aguas en lugar de convivir con ellas. Esta renuencia a respetar el entorno natural de la cuenca —una práctica arraigada durante siglos entre los mexicas y sus antecesores— se explica por dos factores. Por un lado, desde una perspectiva militar y defensiva, la estratégica ubicación de la isla de Tenochtitlan con múltiples salidas a la laguna permitía a los mexicas dominar las técnicas de canotaje y navegación. Dado que el ejército español carecía de este conocimiento y se limitaba al control de las calzadas de acceso a la ciudad, consideraban el lago como un punto débil del Virreinato de la Nueva España. Por el otro, está la introducción de la ganadería intensiva a la zona por parte de los hispanos, provocando problemas de contaminación del agua, contrarios a las prácticas de limpieza sagrada de los mexicas.

Todo esto se sumaba a la falta de comprensión del flujo natural de las aguas, lo que resultaba en inundaciones, enfermedades y anegaciones constantes. Alexander von Humboldt, en su influyente libro de 1822, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, ofrece una aproximación fundamental para entender esta decisión:

[…] parece pues, que los primeros conquistadores quisieron que el hermoso valle de Tenochtitlan se pareciese en todo al sueño castellano en lo árido y despojado de su vegetación. Desde el siglo XVI se han cortado sin tino los árboles. La construcción de la nueva ciudad (de México) consumió esta gran cantidad de madera y al continuar sin plantar nada nuevo, esta falta de vegetación dejó al descubierto a la fuerza directa de los rayos del sol apurando su evaporación (…) Sin embargo, lo que más ha contribuido a la disminución del Lago de Texcoco, es el famoso desagüe real de Huehuetoca. Este corte en la montaña comandado en 1607 a manera de ahondamiento no solo ha reducido a muy estrechos límites los lagos, sino que también ha impedido la circulación natural de los mismos […] (Humboldt, 1822).

Es así que, durante el virreinato, la desecación de los lagos se convirtió en un objetivo político, administrativo y militar continuo. La tarea de diseñar un sistema eficiente para acelerarlo se encomendó al ingeniero Enrico Martínez, quien se percató de que, con ayuda de la gravedad, era posible conducir el cauce de las aguas de los lagos hacia el río Tula, y de ahí al Golfo de México. Fue así que diseñó el llamado tajo de Nochistongo a principios del siglo XVII, con terribles consecuencias para la Cuenca.
Esta obra civil se realizó con mano de obra forzada indígena, lo que resultó en la pérdida de miles de vidas y en la alteración permanente de la circulación natural de las aguas (Humboldt, 1822), así como en la afectación de la biodiversidad de la región. Aunado a ello, se implementó una estrategia de tala masiva de árboles endémicos para acelerar la evaporación del agua, lo que en términos prácticos resultó en uno de los primeros ecocidios en la historia del continente.8

Consecuencias y calamidades

Si bien la desecación de la ciudad fue una estrategia para controlarla, fue a partir del siglo XVII que se sufrieron los efectos de esta lamentable decisión. La Ciudad de México enfrentó graves inundaciones y hambrunas que aumentaron la vulnerabilidad padecida por los sectores más pobres. El efecto de las pésimas decisiones por falta de conocimiento sobre los ciclos naturales de la Cuenca impactó en el modelo urbanístico de la ciudad, como dan cuenta dos eventos históricos destacados.

Por un lado, la inundación de 1629 a 1635, provocada por lo que se conoce como “el diluvio de San Mateo”, el cual duró aproximadamente 40 horas, colapsando el tajo de Nochistongo y sumergiendo a la ciudad bajo más de dos metros de agua.

Otro suceso relevante fue el llamado motín de 1692 o “Tumulto de Pan”, ocurrido el 8 de junio de ese año en la Ciudad de México, con consecuencias trágicas al ser la primera rebelión social desde el inicio del periodo virreinal. La principal causa de este motín fue la severa escasez de maíz derivada del colapso productivo de la zona chinampera. Es decir, la desesperada lucha por desecar la Cuenca generó la falta de circulación de agua en muchos de los canales y la anegación de varios ríos, lo cual ocasionó severos estragos en la agricultura. Esto derivó en sequías, plagas en los cultivos y especulación con los precios por parte de algunos comerciantes.

El levantamiento, ampliamente documentado por figuras como Carlos de Sigüenza y Góngora, el periodista Antonio de Robles y el cronista Thomas de la Fuente Salazar, dejó una profunda impresión en la sociedad capitalina (Muriel, 1998). En el cuadro de Cristóbal de Villalpando, encargado por el virrey conde de Galve, se representa un ala del Palacio de los Virreyes destruida durante el incendio provocado por el motín.

A partir de estos dos trágicos acontecimientos, algunas zonas de la Ciudad de México, particularmente el oriente, se separan del resto del desarrollo urbano de la capital. Desde entonces esta región es vista como indeseable e insalubre para  habitar, donde las tolvaneras y aguas más saladas del Lago de Texcoco volvieron aesos terrenos pieza de castigo para sus desafortunados habitantes.9

El plano regulador de 1933

 

Otro aspecto fundamental en la historia del urbanismo en México lo marcó el Plano Regulador del Distrito Federal de 1933, autoría de Carlos Contreras Elizondo. Este plan integral, considerado el primero de su tipo en el país, sentó las bases para el desarrollo ordenado y sostenible de la Ciudad de México durante las décadas siguientes.

Este documento urbanístico incluiría un diagnóstico integral sobre las condiciones socioeconómicas y ambientales de la capital, en el cual se abordaron cuestiones ambientales, como las tolvaneras del Lago de Texcoco y sus terrenos salitrosos, hasta el aumento o depreciación en los valores de la tierra y de la propiedad urbana.

Contreras sustentó este plan integral en una serie de principios fundamentales, como el crecimiento y descentralización, para crear un centro urbano eficiente rodeado de zonas periféricas con servicios y áreas verdes; la zonificación que definía diferentes usos de suelo; la planificación vial y de transporte que incluía una red jerarquizada y la integración de diversos medios de transporte; así como la propuesta de equipamiento urbano con escuelas, hospitales, mercados y espacios públicos. Además, destacaba la importancia de la construcción de viviendas dignas y accesibles para todos los sectores sociales (Escudero, 2018).

Expansión urbana y concentración de la tierra

Es el siglo XIX, en definitiva, uno de los periodos fundamentales de la modernización del país y su capital. Eventos como la Independencia, el establecimiento de la república y el fin del antiguo régimen marcaron el desarrollo de la vida nacional, así como el comienzo de una expansión urbana y demográfica sin precedentes en la historia, que llevó a la Ciudad de México a ser una de las urbes más complejas del planeta (Ayala, 2017). No es ocioso anotar que la ciudad se hizo pequeña conforme avanzó el Virreinato (confinada a los linderos del lago y en comparación con la extensión de Tenochtitlan y sus chinampas).

Posteriormente vino la gran explosión que ocupó el territorio seco de la ciudad despojada de sus lagos. Esto sucede a partir del porfiriato, incluso para entonces ciudades como Puebla o Mérida eran mayores en extensión que la capital.

Desde la consumación de la Independencia de México en 1821, y hasta la década de 1870, la sociedad mexicana sufrió los embates de guerras, intervenciones extranjeras y levantamientos, lo que dificultó el crecimiento urbano planificado y articulado. La ciudad padecía constantes cambios de gobierno, así como presidencias efímeras, lo que imposibilitó su desarrollo sostenido.

A pesar de ello, se tiene registro en los archivos de la ciudad de la fundación de nuevas colonias urbanas desde las primeras décadas de vida independiente, las cuales se establecieron en antiguos barrios indígenas y otras más en tierras agrícolas y potreros. Ejemplo de estos fraccionamientos son Nápoles, Becerra y Molino del Rey (Ayala, 2017). Por ese periodo, poblados cercanos a la ciudad como Tacubaya, Mixcoac y San Agustín de las Cuevas, inicialmente destinados a casas de descanso, pronto se convirtieron en residencias permanentes de la población acomodada.

Surgieron expectativas que hasta entonces eran desconocidas: se deseaba vivir lejos del bullicio de la ciudad, pero manteniendo la cercanía, pues la urbe era reconocida como el centro de la vida social (Ayala, 2017). Pero el otro lado, el ya lastimado oriente de la Ciudad de México (que actualmente corresponde a la zona de La Merced), contrastaba con la visión de modernidad y deseabilidad. En los mapas de la época el trazo se desdibuja en esta zona, lo que evidencia la falta de atención por parte de las autoridades hacia el oriente.

Más adelante, a partir de las Leyes de Reforma en 1859,10 surgió la preocupación por el crecimiento del suelo urbano de manera desmesurada relacionada con problemas de especulación durante las últimas dos décadas del siglo XIX, sin que las autoridades pudieran ofrecer soluciones satisfactorias a las colonias recién formadas (Contreras, 2015).

El porfiriato fue un periodo decisivo en la implantación del modelo fabril moderno, con abundancia de capitales, de maquinaria y surgimiento de la industria pesada. Es de estos primeros años del siglo XX el trazo de colonias como Atlampa. Asimismo, la antigua vía ferroviaria México-Cuernavaca, que tenía su origen en la cercana estación Buenavista, produjo el establecimiento de un buen número de fábricas que aprovecharon las vías del tren (Cisneros, 2008).

La modernidad

A principios del siglo XX, la Ciudad de México experimentó un periodo de grandes transformaciones políticas, socioeconómicas y urbanísticas que dieron lugar a marcadas diferencias urbanas, en una ciudad profundamente desigual y contrastante.

Hay que considerar que, de ser una metrópoli de 700 000 habitantes en 1900, pasó a ser una megalópolis de más de 20 millones en el año 2000, un crecimiento de más de 2 750%. Este fenómeno, de proporciones históricas, transformó radicalmente la ciudad en todos sus aspectos (Inegi, 2010).

La capital se encontraba claramente dividida entre un centro histórico opulento y periferias cada vez más marginales. Mientras en la zona central se concentraban las élites tanto políticas como económicas y presentaba una infraestructura moderna —avenidas amplias, edificios imponentes, así como una gran concentración de servicios y comercios—, las periferias en contraste carecían de servicios básicos como agua potable, drenaje y pavimentación; las calles eran angostas y sucias, las viviendas precarias y hacinadas, y la pobreza era generalizada (Contreras, 1932).

Como consecuencia, esta segregación espacial claramente trazada se traducía en una profunda desigualdad en el acceso a oportunidades de educación, empleo, salud y servicios públicos, lo que perpetuaba la ya histórica pobreza y la marginalidad de los sectores más desfavorecidos.

Posteriormente, en las décadas de 1920, 1930 y 1940, las crisis agrícolas obligaron a millones de personas a trasladarse a la capital en busca de mejores condiciones.

Se menciona que entre 1951 y 1970, la ciudad experimentó un crecimiento explosivo, dando lugar a la expansión de regiones como Ciudad Nezahualcóyotl, por instrucciones gubernamentales de crecimiento en las periferias y su posterior urbanización.

Asimismo, la introducción y el uso masivo del automóvil en la Ciudad de México tuvieron un impacto profundo y en gran medida negativo, afectando diversos aspectos de su desarrollo urbano, social y ambiental, lo que actualmente ha generado graves problemas de movilidad, contaminación, entre otros.

De manera particular, el caso mexicano es notorio entre las capitales del mundo por la forma como se cedió en la ciudad el espacio público al vehículo automotor privado, siendo una de las peores decisiones urbanísticas, pues le quitó la escala humana a la ciudad en beneficio de un bien dirigido a las clases más ricas de la ciudad. La explosión demográfica de la Ciudad de México durante la década de 1940 devoró el espacio sin considerar el suelo de conservación, las calles o los elementos urbanos necesarios para el entendimiento del individuo con su entorno
natural-social (Contreras, 1934).

Ahora observamos ejemplos claros como los ríos Churubusco, Mixcoac, Piedad y Consulado, o el canal de La Viga, que eran las últimas vertientes y escurrimientos naturales creados como consecuencia del sistema de desecación iniciado por el gobierno virreinal 300 años antes, y que fueron entubados y pavimentados para dar paso a más calles por donde circularan más automóviles con poco o nulo espacio para el transporte público, perpetuando el ineficiente modelo del automóvil en la Cuenca.

La segunda mitad del siglo XX representa una época de gran devastación en términos urbanos para la Ciudad de México. En pocas ciudades del mundo, las divisiones socioterritoriales son tan claras como en este caso. Esto es especialmente evidente en la segregación territorial histórica hacia el oriente de la ciudad, que se profundizó privando a esa zona de los servicios que estaban disponibles en el resto de la metrópoli, visibles hasta hoy. Por mencionar un dato actual, en 2022, 35.9% de la población de la alcaldía Iztapalapa sigue sin acceso diario al agua en su vivienda, lo que representa más de 594 527 personas con escasez del líquido en esa zona (Conagua, 2022).

Al revisar datos tan recientes como el último reporte del Coneval sobre pobreza urbana, también es posible visualizar las diferencias socioeconómicas en la Ciudad de México en la actualidad, donde es muy notable la disparidad centro-periferia, en especial hacia el históricamente rezagado oriente.

Reflexiones finales

 

El estudio de las grandes transformaciones que han sucedido en la Ciudad de México obliga colectivamente a realizar ejercicios de reflexión y difusión de algunas alternativas de solución. Por principio, existen diversas causas multifactoriales para ello, pero tienen en común las reprobables decisiones tomadas a lo largo de cinco siglos, ya sea por desconocimiento, por supuesta practicidad o por optar por un desarrollo urbano superficialmente beneficioso, entre otros factores que han llevado a esta ciudad al límite de habitabilidad y sustentabilidad.

La devastación fue tan extrema que resulta casi imposible imaginar cómo era la Cuenca de México hace 500 años, de no ser por algunas obras de arte en las cuales se observa esta lamentable cadena de sucesos, desde antes de la Conquista hasta el siglo XX (este último caracterizado por la gravedad de la destrucción). A manera de síntesis, Tenochtitlan era una ciudad mucho más extensa, biodiversa, desarrollada y armoniosa que la Ciudad de México de mediados del siglo XX; y se redujo considerablemente a medida que avanzaba el Virreinato, convirtiéndola en una urbe más pequeña y desprovista de sus cuerpos de agua. A partir del porfiriato y la Revolución, comenzó a expandirse hasta llegar a ser una de las metrópolis más grandes del mundo. Este crecimiento desordenado, desigual y explosivo nos ha dejado consecuencias con las que luchamos actualmente.

Habitamos una ciudad con una relación esquizofrénica con el agua, con sobreexplotación y escasez, pero con inundaciones en épocas de lluvia; con decisiones urbanas que favorecen a unos y olvidan a otros, lo que aumenta la desigualdad socioterritorial, priorizando el uso del automóvil sobre el transporte público, lo que ha contribuido al caos urbano y la contaminación que respiramos actualmente.

Es urgente reflexionar sobre el rumbo, destino y condición de urbanización no solo de la capital del país, sino también de las ciudades circundantes, que en algunos casos repiten modelos cuya funcionalidad es rebasada de inmediato, o ni siquiera existe, como es el caso de la ampliación de avenidas ya anchas de por sí, o el olvido del espacio público y el desprecio por las zonas verdes. Las ciudades mexicanas han llegado a un punto de inflexión forzoso que obliga a repensar el desarrollo y la relación con el entorno.

Es urgente revisar temas como la calidad y cantidad del transporte público, el uso y destino del espacio y, sobre todo, guiar acciones que disminuyan las severas diferencias económicas, sociales y urbanísticas que enfrentan nuestras ciudades. La calidad de vida en estos espacios varía enormemente según la región donde se encuentre la propiedad, un modelo absolutamente inadmisible en las sociedades modernas.

Debemos reconocer nuestras responsabilidades individuales y colectivas para corregir el rumbo inmediatamente y evitar repetir errores pasados. Aunque la Ciudad de México es densamente poblada, ejemplos como Tokio, con una amplia mayoría de su población utilizando el transporte público, demuestran que es posible lograr una movilidad más eficiente y sostenible.

Temas urgentes como el agua y la conservación del suelo requieren una acción colectiva para impulsar un cambio de rumbo necesario. Es imperativo detener la pavimentación indiscriminada y reducir las emisiones contaminantes para preservar el entorno. El mensaje clave es que, aunque el cambio surge de la presión popular y la acción colectiva, cada individuo puede contribuir a través de decisiones conscientes y sostenibles en su vida diaria.

Notas

1. La conferencia impartida por el autor en el marco del evento “100 artículos de la Revista Vivienda Infonavit” puede consultarse aquí: https://revistavivienda.infonavit.org.mx/2023/12/03/100-articulos-de-la-revista-vivienda-infonavit/

2. Con ese nombre se le conoce a la reunión de cuatro valles ubicados en la parte central del territorio mexicano. Dentro de ella se hallan varias ciudades como Pachuca, Tizayuca, Amecameca, Texcoco y Apan, así como casi toda la zona metropolitana del Valle de México, a excepción de la que pertenece al municipio de Huixquilucan. Políticamente, la Cuenca está dividida entre cuatro entidades federativas: Estado de México, Ciudad de México, Hidalgo y Tlaxcala, con una pequeña porción en el estado de Puebla.

3. Tras la Conquista, parte de este muro fue destruido para permitir la entrada de los bergantines de Hernán Cortés, lo que provocó que el agua salada penetrara en las lagunas dulces, lo que afectó las chinampas y justificó la desecación de los lagos.

4. Las chinampas son terrenos de cultivos de producción intensiva realizadas a mano, las cuales comenzaron a construirse en el Lago de Xochimilco por agricultores mexicas, y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

5- Soldado-conquistador que se unió a las tropas de Cortés en Veracruz. Sus primeros trabajos de urbanización, en la Villa Rica de la Veracruz, datan de entonces. Aunque hay debates-sobre su papel en la urbanización de la capital, García Bravo figura como alarife (arquitecto) de la ciudad en las actas del Cabildo de México. Posteriormente se mudó a Oaxaca,-donde fue uno de los primeros fundadores de la ciudad y reclamó ser el autor de su trazado (Cuesta,1992).

6. El decumanus maximus es una calle principal de orientación este-oeste en las ciudades romanas, campamentos militares y colonias. En el Imperio romano, el decumanus maximus era la calle principal que cruzaba la ciudad, daba acceso a lugares importantes como el mercado, y se intersecaba con el cardo maximus, la otra calle principal que iba de norte a sur.

7. Durante algún tiempo se atribuyó su elaboración al cosmógrafo Alonso de Santa Cruz, quien vivía en España y servía al rey Carlos V (de ahí uno de los nombres por los cuales se le conoce). Sin embargo, León Portilla y la cartógrafa Carmen Aguilera afirman que fue creado por estudiantes y sabios indígenas en colaboración con frailes españoles, posiblemente incluyendo a Bernardino de Sahagún, en el Colegio de Tlatelolco. Aunque las razones de su llegada a Suecia no están claras, se sabe que ha permanecido en el país desde al menos dos siglos, y actualmente se le encuentra en la Biblioteca Carolina Rediviva de la Universidad de Uppsala, en aquel país escandinavo (González, 2018).

8. En varios códices, como el Florentino y el Durán, se menciona la abundancia de aves, como patos y otras especies endémicas de la Cuenca, que se extinguieron durante la Conquista, lo que da una idea de la magnitud del daño ambiental causado por las decisiones urbanas peninsulares.

9. Esta zona oriental, habitada en condiciones deplorables por gente desamparada, era la más sucia e insalubre de la capital: no existían calles sino veredas y callejones, había un tiradero de basura al cual eran llevados los desperdicios recogidos por los carros de limpieza y cuyos olores viajaban con el viento, y se inundaba constantemente por estar cerca de un canal de desagüe. Encima de esto, fueron los más abandonados en cuanto al suministro de agua y sus habitantes tenían que solicitar constantemente el servicio de aguadores.
Es muy significativo que el hospital de leprosos de San Lázaro se fundara en este sector (Rodríguez, 2001).

10. Las Leyes de Reforma fueron un conjunto de normas promulgadas por el presidente Benito Juárez en julio de 1859, después de la Revolución de Ayutla, con el objetivo de separar la Iglesia del Estado. Estas leyes fueron importantes para la construcción de México como un Estado laico y, junto con la Constitución de 1857, sentaron las bases de un Estado moderno y soberano.

Referencias

Ayala Alonso, E. (2009). La idea de habitar. La Ciudad de México y sus casas. UAM.

Díaz del Castillo, B. (2011). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (G. Serés, Ed.). Real Academia Española.

Cisneros, J. L. (2008). La geografía del miedo en la Ciudad de México; el caso de dos colonias de la Delegación Cuauhtémoc. Estudios Demográficos y Urbanos, 23(2), 257-290.

Comisión Nacional del Agua (2004). Compendio del agua, 2004, región XII. Conagua.

Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2023). Medición de la Pobreza 2022, Ciudad de México.
https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/Programas_BD_municipal.aspx

Cuesta Hernández, L. J. (1992). Archivo General de Indias (Sevilla), secc. Patronato Real, Papeles de Simancas, vol. I, fol. 218.

Escudero, A. (2018). Una Ciudad Noble y Lógica. Las propuestas de Carlos Contreras Elizondo para la ciudad de México. UNAM.

Google Earth (2023). Ciudad Nezahualcóyotl. Fechas de las imágenes: (22/5/2013–12/3/2024) https://earth.google.com/web/search/Ciudad+Nezahualc%c3%b3yotl,+M%c3%a9x./@19.40046245,-99.01936262,2234.91121611a,2737.06087963d,35y,0h,0t,0r/data=CigiJgokCe0aRp4z0zVAEewaRp4z0zXAGTJwPFZhDUNAIW8pgeaxe1DAOgMKATA

Humboldt, A. (1822). Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España. París.
León-Portilla, M. (2016). Mapa de México Tenochtitlan y sus contornos hacia 1550. Ediciones Era/ Secretaría de Cultura.

Mapoteca Manuel Orozco y Berra. Plano general de la ciudad de México hacia 1861. https://mapoteca.siap.gob.mx/coyb-df-m43-v2-0066/

Mapoteca Manuel Orozco y Berra. Plano general de la ciudad de México hacia 1943. https://mapoteca.siap.gob.mx/cgf-df-m6-v11-0619/

Martínez, L. B. (2019). La ciudad de México Tenochtitlan. Editorial Porrúa.

Matos Moctezuma, E. (2006). Tenochtitlan. FCE Fideicomiso historia de las Américas, Serie Ciudades.

Mier y Terán, L. (2005). La Primera traza de la Ciudad de México 1524-1535. FCE.

Montero García, I. (2022). El lago de México y Tenochtitlan 1519-1521. Semarnat Conanp.

Muriel, J. (1998). Una nueva versión del motín del 8 de junio de 1692. Estudios de Historia Novohispana, 18, pp. 123-150.

Ramírez, J. (2023). Ciudad Anfibia: México Tenochtitlán en el siglo XVI. UNAM.
Rodríguez, M. E. (2001). Reglamentación e higiene. En M. E. Rodríguez y X. Barbosa (Coords.), Medicina novohispana siglo XVIII (Vol. 4, pp. 345-350). UNAM, Facultad de Medicina, Academia Nacional de Medicina.

Sánchez, G. (2003). Planificación y urbanismo visionarios de Carlos Contreras. Escritos de 1925 a 1938. Universidad Nacional Autónoma de México.
Santa Cruz Map (30 de noviembre 2023). En Wikipedia. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/fd/Tenochtitl%C3%A1n%2C_1521_WDL503.png

Valenzuela Aguilera, A. (2017). La modernidad reinventada: Carlos Contreras y el primer plano regulador de la ciudad de México. Ciudad y Territorio Estudios Territoriales, 49(194), 747–762. Recuperado a partir de https://recyt.fecyt.es/index.php/CyTET/article/view/76593

Villalobos Estrada, I. (2020). Ciudad Resiliente. Gobierno

 

Artículos relacionados

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Semblanza del autor

Andrés Semo García

Ingeniero Geomático por la UNAM. Cuenta con un diplomado en Finanzas y en Sistemas de Información Geográfica, también por la UNAM. Interesado en temas de urbanismo, sostenibilidad e impacto humano, inició su recorrido profesional en la iniciativa privada, realizando estudios de análisis de territorio y distribución geográfica de diversos proyectos ingenieriles y su impacto social. Es cocreador del proyecto “Retrato de Tenochtitlan”. Fotógrafo y documentalista, es divulgador y conferencista de temas urbanos y ambientales.

Puede ser contactado en el correo: andres.semo1@gmail.com

Suscríbete

Por favor, infórmenme cuando esté disponible el próximo número de la revista Infonavit.

Semblanza del autor

Gorka Zubicaray Díaz

El autor es arquitecto por la Universidad de Sevilla y maestro en Estudios Urbanos por el Colmex. Actualmente es el coordinador de Desarrollo Urbano para el WRI México. Puede ser contactado en el correo electrónico: gorka.zubicaray@wri.org

Semblanza del autor

Octavio Heredia Hernández

El autor es matemático por la Universidad Autónoma de Aguascalientes con estudios en maestría en estadística oficial por el Centro de Investigación en Matemáticas A.C.(CIMAT).  Es director general Adjunto de Encuestas Sociodemográficas en INEGI.

Semblanza del autor

Edgar Vielma Orozco

El autor es matemático por la Universidad de Guadalajara (U de G) y maestro en economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Es director general de Estadísticas Sociodemográficas en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Puede ser contactado en el correo electrónico: edgar.vielma@inegi.org.mx

Semblanza del autor

ROMÁN MEYER FALCÓN

Arquitecto egresado del ITESM, con estudios de maestría en Gestión Creativa y Transformación de la Ciudad por la Universidad Politécnica de Cataluña, en Barcelona. A lo largo de su trayectoria ha combinado la docencia con la investigación y el servicio público. Actualmente es el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y anteriormente fungió como director de Proyectos Estratégicos de la Secretaría de Salud del gobierno de la CDMX, así como asesor técnico para la Secretaría de Finanzas. Cuenta con proyectos de desarrollo urbano y económico con un enfoque de combate a la desigualdad social. Entre dichos proyectos se encuentra el Centro Cultural El Rosario, en la CDMX, el cual busca la integración social a través de actividades culturales y tecnológicas.

Semblanza del autor

RICARDO LÓPEZ SANTILLÁN

Licenciado en Sociología por la UNAM, maestro y doctor en Sociología por la Université de la Sorbonne Nouvelle-Paris III. Ha impartido cursos de licenciatura, maestría y doctorado. Actualmente es Investigador Titular “B” en el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, en Mérida, Yucatán. Sus líneas de investigación son espacio urbano, estructura de clases sociales, cambio sociocultural y etnicidad en la ciudad y su periferia próxima. Cuenta con dos libros de autoría individual y tres como coordinador, además de varios capítulos de libro y artículos en prensa y revistas especializadas.

Semblanza del autor

Gerardo Gómez del Campo del paso

Abogado egresado de la UNAM y especialista en el régimen jurídico inmobiliario y en el diseño y operación de instrumentos jurídicos en materia de ordenamiento territorial y derecho de propiedad. Es socio y consultor en el despacho Grupo de Consultoría Corporativa, S.C. desde 1995. Ha sido consultor, investigador y profesor en el Programa de Estudios Metropolitanos de la UAM, el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM, el Colegio Mexiquense, el Colmex, la Ibero y el Banco Mundial.

Semblanza del autor

Arquitecto y maestro en Urbanismo por la UNAM con especialización en Estudios Urbanos en Holanda, y en Desarrollo Rural Integral en Egipto. Profesor-investigador titular en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (UAM), miembro fundador del Programa de Investigación en Estudios Metropolitanos y profesor de la Maestría en Urbanismo en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Ha sido profesor en El Colegio de México (Colmex), en numerosas universidades de varios estados de la república, así como en la Universidad de Buenos Aires y en el Massachussets Institute of Technology. Ha laborado en diversas dependencias del sector público. Coordinó la realización de grandes proyectos como el programa general de Desarrollo Urbano del Distrito Federal y el programa de Ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México, además de ser asesor en la elaboración de la Ley General de Asentamientos Humanos.

Debido a su trayectoria, ha recibido premios como La Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral y el Premio Nacional Carlos Lazo. Tiene más de cien publicaciones en medios nacionales e internacionales. Es autor y coautor de varios libros sobre los temas del desarrollo urbano, suelo y vivienda.

Semblanza del autor

Abogado y doctor en Derecho por la UANL y maestro en Administración Pública por el Instituto Nacional de la Administración Pública en La Sorbonne, París. Ha trabajado como docente en el ITESM, en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública y la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, en donde es profesor fundador. Recibió el premio Instituto Nacional por un artículo en coautoría con Felipe Solís Acero. Ha sido columnista en Grupo Reforma desde 1996 y servidor público local, federal y abogado miembro del Notariado de Nuevo León.

Semblanza del autor

ANTONIO AZUELA DE LA CUEVA

Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana (Ibero), maestro en Derecho por la Universidad de Warwick, Inglaterra, y doctor en Sociología por la UNAM. Se ha dedicado a la investigación académica de cuestiones urbanas y ambientales desde la perspectiva de la sociología del derecho. Asimismo, fungió como procurador federal de Protección al Ambiente entre 1994 y 2000. En los últimos años ha explorado, entre otros temas, los conflictos socioambientales y la expropiación. En 2012 promovió la formación de una red de investigadores sobre “Jueces y ciudades en América Latina”, en el contexto de la Asociación Internacional de Sociología, con el objeto de examinar el significado y los efectos del activismo judicial en el medio urbano en la región. Actualmente es vicepresidente de la Federación Iberoamericana de Urbanistas.

Semblanza del autor

Arquitecta y doctora en Urbanismo por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Es profesora-investigadora de diversas asignaturas en programas de pregrado y posgrado en el Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte, de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde además se desempeña como coordinadora del Programa de Diseño Urbano y del Paisaje. Autora del libro Densificación sustentable y habitable: viabilidad urbana, económica y sociocultural; ha publicado diversos artículos en capítulos de libro y revistas científicas.

Semblanza del autor

Ingeniero civil y doctor en Urbanismo por la UNAM. Actualmente se desempeña como profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y consultor independiente en temas de planeación, financiamiento y monitoreo. Ha sido funcionario público en Banobras y en la Conavi. Es miembro del Colegio de Ingenieros Civiles de México.

Semblanza del autor

JOSÉ RAYMUNDO GALÁN GONZÁLEZ

Licenciado en Economía y maestro en Economía Industrial por la UANL; además de haber cursado un máster y doctorado en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Tiene una especialidad en Evaluación Social de Proyectos por parte del ITESM y Banobras, y en Asociaciones Público-Privadas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Actualmente realiza un doctorado en Sostenibilidad, en la organización Fondo Verde.

Sus líneas de investigación son: economía urbana, economía del transporte, evaluación de proyectos y economía ambiental. Ha colaborado en más de 50 proyectos e investigaciones aplicadas en los tres órdenes de gobierno, así como en consultoría privada en temas relacionados con el desarrollo urbano, movilidad, evaluación de proyectos de infraestructura vial, salud, dotación de agua potable, gasoductos, protección a centros de población, entre otros.

Semblanza del autor

ALEJANDRO CEPEDA GARCÍA

Licenciado en Economía por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Fue miembro voluntario del Service Civil International realizando actividades en Sipplingen, Alemania. Cuenta con un diploma en Derechos Humanos por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León, en su Capítulo con el ITESM. A la fecha ocupa la dirección de Equipos en TECHO Nuevo León.

Semblanza del autor

EMILIA GARCÍA-ARTEAGA MOLINAR

Es licenciada en Administración y Finanzas por la Universidad Panamericana, donde fue parte del Consejo Estudiantil de la facultad y colideró la adhesión de la institución a la Red Universitaria de Prevención y Atención a Desastres. Cuenta con estudios sobre Negociación por la London School of Economics y Emprendimiento Internacional por Hogeschool Utrecht (Países Bajos). Actualmente es maestrante en Innovación Social por Learning by Helping y profesora de Financial Analytics en Collective Academy. Antes de dirigir el capítulo mexicano de TECHO se desempeñó como su coordinadora de fomento productivo, directora nacional de finanzas y directora comercial. Asimismo, ha desempeñado varios roles de voluntariado desde 2009 y participa en redes nacionales e internacionales dentro de la sociedad civil.

Semblanza del autor

CAROLINA VILLARREAL LEOS

Arquitecta por la UANL, con estudios en la Universidad de Málaga, en España. Forma parte del colectivo ciudadano La Banqueta Se Respeta y es coordinadora de Diseño y Análisis Urbano de la iniciativa DistritoTec. Se ha desempeñado principalmente en el desarrollo de proyectos de intervención en el espacio público, con un amplio enfoque en paisaje y accesibilidad.

Semblanza del autor

SHEILA FERNIZA QUIROZ

Arquitecta por el ITESM con estudios en Barcelona. Actualmente cursa la Maestría en Asuntos Urbanos en la UANL, investigando temas de vivienda, planeación urbana, movilidad y género. Desde el 2013 trabaja en proyectos urbanos de movilidad y espacio público dentro de la iniciativa de regeneración urbana DistritoTec.

Semblanza del autor

IBAN TRAPAGA IGLESIAS

Maestro en Antropología Social por el CIESAS, D.E.A. en Migraciones y Conflictos por la Universidad de Deusto y doctor en Ciencias Antropológicas por la UAM. Actualmente se desempeña como profesor asociado del Departamento de Antropología de la UAM y cursa un doctorado en Historia. Cuenta con varias publicaciones en revistas de prestigio internacional sobre ciudad, migraciones internacionales, fronteras y violencias.

Semblanza del autor

DIEGO CASTAÑEDA GARZA

Economista por la University of London y maestro en Ciencias en Historia Económica por la Universidad de Lund. Actualmente es el director del clúster de economía, finanzas y desarrollo internacional en Agenda for International Development, así como profesor de Economía y Desarrollo Sustentable en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Sus intereses de investigación incluyen el crecimiento económico de largo plazo, la evolución de la desigualdad y la historia de las transiciones energéticas. Es autor del libro de reciente publicación: Pandenomics: una introducción a la historia económica de las grandes pandemias (Malpaís/UNAM).

Semblanza del autor

JOSÉ ALFONSO IRACHETA CARROLL

Arquitecto egresado del ITESM, con estudios de maestría en Gestión Creativa y Transformación de la Ciudad por la Universidad Politécnica de Cataluña, en Barcelona. A lo largo de su trayectoria ha combinado la docencia con la investigación y el servicio público. Actualmente es el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y anteriormente fungió como director de Proyectos Estratégicos de la Secretaría de Salud del gobierno de la CDMX, así como asesor técnico para la Secretaría de Finanzas. Cuenta con proyectos de desarrollo urbano y económico con un enfoque de combate a la desigualdad social. Entre dichos proyectos se encuentra el Centro Cultural El Rosario, en la CDMX, el cual busca la integración social a través de actividades culturales y tecnológicas.

Semblanza del autor

CARLOS OCHOA FERNÁNDEZ

Arquitecto por la Universidad de Guadalajara, con experiencia profesional de 35 años en áreas de planeación urbana y regional, suelo urbano y vivienda. Ha dirigido, durante 20 años, el proyecto “El Porvenir”, el cual ha permitido el acceso a suelo urbano en condiciones de legalidad a casi 9 000 familias de bajos ingresos y ha recibido diversos reconocimientos, tanto nacionales como internacionales, entre los que se cuenta el Good Practice, Concurso de Buenas Prácticas para la Mejora de las Condiciones de Vida (ONU) 2004.

Semblanza del autor

ANAVEL MONTERRUBIO REDONDA

Doctora en Sociología y Maestra en Planeación y Políticas Metropolitanas por la UAM-Azcapotzalco. Posdoctorante por el National Centre of Competence in Research North-South (nccr-ns) Suiza EPFL. Es profesora-investigadora C, de tiempo completo en la UAM-Azcapotzalco. Fue subdirectora general de Análisis de Vivienda Prospectiva y Sustentabilidad de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) de 2018 a 2021. Es investigadora en el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados y directora de Planeación Estratégica del Instituto de Vivienda de la CDMX. Sus áreas de investigación son: producción del hábitat urbano, política habitacional nacional y de la CDMX, renovación urbana, conflicto urbano, planeación urbana y planeación participativa.

Semblanza del autor

GUILLERMO GÁNDARA FIERRO

Doctor en Economía y máster en Economía Regional y Urbana por la UAB, y en Economía Aplicada, Administración e Ingeniería Industrial por el ITESM. Sus áreas de especialidad son la prospectiva ambiental y urbana, la educación para la sostenibilidad y la economía ambiental. Ha dirigido el máster en Prospectiva Estratégica en el ITESM, donde trabajó como profesor e investigador en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública. Actualmente es profesor titular en el departamento de Relaciones Internacionales del ITESM. Es miembro del Millenium Project y de la Red Iberoamericana de Prospectiva.

Semblanza del autor

MIGUEL CASTILLO CRUZ

Ingeniero civil y maestro en Mecánica de Suelos por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Es especialista en el análisis y diseño geotécnico de cimentaciones y pavimentos. Cuenta con una trayectoria profesional de más de 30 años, alternando la práctica profesional con la academia, la investigación, el servicio público y la práctica privada. Actualmente es profesor de las Academias de Geotecnia y Vías Terrestres, así como vocal de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica 2021-2022. Ha ocupado cargos públicos como subdirector de Planeación y Control en el Ayuntamiento de Naucalpan, Estado de México, entre otros.

Semblanza del autor

ENRIQUE GUEVARA ORTI

Ingeniero mecánico electricista por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, con estudios de especialización en México y el extranjero en Protección Civil, Sistemas de Alerta Temprana y Gestión Integral de Riesgos de Desastre. Inició su trayectoria en el Instituto de Ingeniería en la Coordinación de Instrumentación Sísmica. Fue coordinador operativo del Servicio Sismológico Nacional y en el Cenapred ocupó diferentes cargos desde su incorporación en 1989, donde actualmente es el director general. Ha sido asesor y consultor de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México (CDMX), de la LXII Comisión de Protección Civil de la Cámara de Diputados federal, de la Estrategia Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres de las Naciones Unidas y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Semblanza del autor

FLORES CORONA

Geógrafa egresada de la UNAM con maestría en Sociedades Sustentables por la UAM. Tiene un diplomado en Gestión, Ingeniería y Ciencias para la Resiliencia de los Desastres. Es técnica básica en Gestión Integral del Riesgo por la Escuela Nacional de Protección Civil y se desempeña como investigadora en Geotecnia y Cimentación, de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

LEONARDO E. FLORES CORONA

Ingeniero civil y maestro en Ingeniería con especialidad en Estructuras por la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Coordina el Grupo de Trabajo redactor de las Normas Mexicanas sobre mampostería en el Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción y Edificación, y es secretario en la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica. Se desempeña como jefe de departamento de Ingeniería Sísmica y Mecánica estructural de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

MICHELLE MUNIVE GARCÍA

Geógrafa egresada de la UNAM con maestría en Sociedades Sustentables por la UAM. Tiene un diplomado en Gestión, Ingeniería y Ciencias para la Resiliencia de los Desastres. Es técnica básica en Gestión Integral del Riesgo por la Escuela Nacional de Protección Civil y se desempeña como investigadora en Geotecnia y Cimentación, de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

ANTULIO ZARAGOZA ÁLVAREZ

Geógrafo por la UNAM. Cuenta con diplomados en Gestión, Ingeniería y Ciencias para la Resiliencia en los Desastres. Labora como jefe de Departamento de Análisis de Fenómenos Geotécnicos, de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

JOEL ARAGÓN CÁRDENAS

Maestro en Ingeniería con especialidad en Estructuras por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Formó parte de la Subdirección de Riesgos Estructurales en el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), donde actualmente es subdirector de Vulnerabilidad Estructural de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

LEOBARDO DOMÍNGUEZ MORALES

Ingeniero civil por Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con Maestría en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, donde fue profesor investigador. Ha participado en proyectos sobre instrumentación geotécnica, sísmica y puvial en diversas partes del mundo y ha colaborado en misiones de apoyo técnico en América Latina y Asia. Es miembro fundador del Comité de la Estrategia Mexicana para la Mitigación de Riesgos por Inestabilidad de Laderas.

Actualmente es el subdirector de Dinámica de Suelos y Procesos Gravitacionales, de la Dirección de Investigación del Cenapred.

Semblanza del autor

YOLANDA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Doctora en Arquitectura por la Universidad de Guanajuato, así como licenciada y maestra en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). A lo largo de su trayectoria se ha desempeñado tanto en el sector privado, el público, como en la docencia, trabajando como profesora e investigadora en la Facultad de Arquitectura de la UADY, y desde el año 2000 en el área de diseño y desarrollo urbano y vivienda. Actualmente es coordinadora de la Maestría en Arquitectura de la FAUADY. Sus áreas de investigación son la expansión urbana, así como los instrumentos normativos.

Semblanza del autor

MARIO ALFREDO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ

Doctor en Humanidades, con especialidad en Filosofía Moral y Política, por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I). Se desempeña como profesor investigador de la Facultad de Filosofía y Letras, así como coordinador del Posgrado Interinstitucional en Derechos Humanos en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. A lo largo de su trayectoria ha sido profesor invitado en numerosas universidades y fungió como asesor de la Presidencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.

Semblanza del autor

MAIRA GABRIELA JURADO GUTIÉRREZ

Maestra en Derechos Humanos por la Universidad Iberoamericana con estudios en Cooperación Internacional para el Desarrollo, y Licenciada en Relaciones Internacionales, también por la Universidad Iberoamericana. Actualmente se desempeña como directora de Operación y Seguimiento a Programas en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial Urbano (Sedatu).

Semblanza del autor

CARINA ARVIZU MACHADO

Maestra en Diseño de Ciudad y Ciencias Sociales por la London School of Economic and Political Sciences y arquitecta por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Actualmente se desempeña como directora de Desarrollo Urbano del Tren Maya en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y fue subsecretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial Urbano (Sedatu).

Semblanza del autor

MALINALLI HERNÁNDEZ-REYES

Estudiante del Doctorado en Estudios Humanísticos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Su investigación se centra en los efectos de las tareas reproductivas en la labor productiva de la mujer en la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM). Es maestra en Ingeniería y Administración de la Construcción por la misma institución y por la Universidad Veracruzana. Realizó una estancia académica en el Grupo de Investigación en Geografía y Género del Departamento de Geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona para la revisión metodológica de su investigación doctoral.

Semblanza del autor

ALEJANDRA PALACIOS M.

Arquitecta por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Se desempeña como especialista de Apoyo en Sistemas de Información Geográfica para las Áreas de Vivienda y Urbanismo del Centro Cemex-Tec de Monterrey.

Semblanza del autor

JOAQUÍN R. GARCÍA V.

Arquitecto por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Se desempeña como especialista de Apoyo para el Área de Vivienda del Centro Cemex-Tec de Monterrey.

Semblanza del autor

CARMEN ARMENTA MENCHACA

Arquitecta por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Es especialista en Diseño Urbano y Desarrollo Inmobiliario. Ha desarrollado una trayectoria profesional híbrida, alternando su trabajo entre la academia, la investigación tanto científica como aplicada, y la práctica privada de la profesión. Su principal línea de investigación es la vivienda, privilegiando la investigación aplicada para el desarrollo de metodologías y programas, dirigidos a dar solución a la problemática de vivienda en los sectores de población históricamente más vulnerables y vulnerados. Desde el 2014 es líder del Área de Vivienda del Centro Cemex-Tec de Monterrey.

Semblanza del autor

ELENA V. V. SOLÍS PÉREZ

Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) y especialista en producción social de vivienda de bajos ingresos. Cuenta con una trayectoria de más de 45 años en la administración pública, la academia y la iniciativa privada. Ha colaborado en organismos de vivienda y de regularización de la tenencia de la tierra en el ámbito federal y de la Ciudad de México. Ha realizado investigaciones en materia de vivienda y política habitacional para el Banco Mundial, Hábitat para la Humanidad América Latina y el Caribe y el Centro Cooperativo Sueco. Colaboró con la Comisión de Vivienda para las reformas a la Ley de Vivienda 2006. De 2007 a la fecha dirige el Centro de Apoyo Mejoremos, una organización distinguida con el Premio Nacional de Vivienda 2014, en la categoría de Producción Social de Vivienda Urbana.

Semblanza del autor

PEDRO PACHECO SOLANO Y ALICIA SOFÍA LANDÍN QUIRÓS

Estudiantes de noveno semestre de Ingeniería en Desarrollo Sustentable del Tecnológico de Monterrey. Desde enero de 2018 han sido asistentes de investigación en el Laboratorio de Sistemas de Información Georreferenciada del ITESM participando en la elaboración de atlas de riesgo y planes de desarrollo urbano.

Semblanza del autor

SEBASTIÁN FAJARDO TURNER

Estudiante de décimo semestre de la carrera de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey. Desde enero de 2020 se desempeña como asistente de investigación en el Laboratorio de Sistemas de Información Georreferenciada del ITESM, donde ha participado en la elaboración de planes municipales de desarrollo y un estudio sobre la expansión urbana de Monterrey.

Semblanza del autor

DIEGO FABIÁN LOZANO GARCÍA

Biólogo egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Cuenta con una Maestría en Ciencias y un Doctorado del Departamento Forestal en el área de Análisis Geoespacial, por la Universidad de Purdue, Indiana, en Estados Unidos. Es director y fundador del Laboratorio de Sistemas de Información Georreferenciada del ITESM, campus Monterrey. También es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Tiene una amplia experiencia en el uso de herramientas de percepción remota para análisis de riesgos, calidad ambiental y desarrollo urbano.

Semblanza del autor

ROBERTO PONCE LÓPEZ

Doctorado en Estudios Urbanos y Planeación por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, y una Maestría en Política Pública por la Universidad Carnegie Mellon (CMU), en Estados Unidos. Actualmente es profesor-investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Su investigación es sobre la modelación urbana y el diseño de políticas públicas de transporte y uso de suelo.

Semblanza del autor

PALOMA SILVA DE ANZORENA

Experta en el diseño de políticas públicas, subsidio y financiamiento a mercados de vivienda y desarrollo urbano sustentable en Latinoamérica y el Caribe. Actualmente labora en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington. A lo largo de su trayectoria profesional se ha desempeñado como ministra de Vivienda en México y directora general adjunta de Sociedad Hipotecaria Federal. Es socia fundadora de IXE Banco y AFORE XX, así como miembro del consejo de administración de diversas instituciones públicas. También se desempeña como catedrática con más de 20 años de experiencia, impartiendo clases a nivel licenciatura y maestría.

Semblanza del autor

NORMA GABRIELA LÓPEZ CASTAÑEDA

Es abogada por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestra en Derecho Fiscal por la Universidad Panamericana (UP). Desde diciembre de 2018 tiene a su cargo la Dirección de Incorporación y Recaudación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). A lo largo de su trayectoria ha ocupado diversos cargos en otras instituciones públicas, como el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Asimismo, ha laborado en la industria privada y la academia.

Semblanza del autor

IRENE ESPINOSA CANTELLANO

Economista y funcionaria pública. Desde enero de 2018 ocupa el cargo de subgobernadora del Banco de México, convirtiéndose en la primera mujer dentro de la Junta de Gobierno que se estableció con la autonomía en 1994, y la primera en ocupar un rol cupular en el banco central mexicano desde su creación en 1925. Cuenta con una trayectoria de más de 25 años de experiencia en el sector financiero y académico. Se ha destacado profesionalmente tanto en la administración pública como en organismos financieros internacionales.

Semblanza del autor

JOANA CECILIA CHAPA CANTÚ

Doctora en Economía con especialidad en Teoría Económica y Aplicaciones, titulada con honores, por la Universitat de Barcelona (UB). Desde 2003 es profesora de tiempo completo de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), y desde 2016 es directora de su Centro de Investigaciones Económicas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II, así como miembro fundador y activo de asociaciones vinculadas al análisis sectorial y de finanzas públicas. Del 2007 a la fecha cuenta con alrededor de 50 publicaciones. Sus principales áreas de interés son los modelos multisectoriales, el crecimiento económico y las finanzas públicas.

Semblanza del autor

MARÍA EUGENIA HURTADO AZPEITIA

Doctora en Arquitectura y profesora en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1982. Es jefa del taller de proyectos del grupo de apoyo técnico solidario Espacio Máximo y Costo Mínimo, A.C. desde 1983. Junto con su asociado, Carlos González y Lobo, sus trabajos y proyectos han sido distinguidos con diversos premios, entre los que destacan el premio Vassilis Sgoutas 2011, otorgado por la Unión Internacional de Arquitectos UIA en Tokio, y el premio honorífico Magdalena de Plata, 2013, concedido por la Federación de Arquitectura Social – FAS. Ha impartido cursos y dictado talleres en organizaciones civiles de Chile, Cuba, España, México, República Dominicana y Marruecos. Es miembro de la Asociación Mexicana de Arquitectas y Urbanistas (AMAU) y formó parte de la red XIV-E: Vivienda Rural del CYTED-HABYTED de Cooperación Iberoamericana.