Este artículo recopila las historias de cinco mujeres que autoprodujeron su vivienda, y cómo, a raíz de este hecho, cambiaron su vida. La recuperación de este proceso evidencia las peculiaridades del rezago cualitativo en materia de vivienda, de la realización de esta práctica con asesoría en proyectos personalizados y de la participación de la familia en la toma de decisiones.
En los próximos años, el principal desafío en materia de vivienda será identificar soluciones financieras, técnicas y sociales para atender el déficit cualitativo del parque habitacional. De acuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en América Latina sólo 6 % de la escasez de viviendas es cuantitativa; el 94 % restante responde a razones cualitativas (Adler y Vera, 2018).
Atender el déficit cualitativo es un tema crucial en nuestro país. Millones de mexicanos, mayoritariamente pobres, han satisfecho la necesidad de habitación mediante la autoproducción, utilizando sus propios recursos y prácticamente sin apoyo institucional. Las estadísticas revelan esta realidad:
- De un total de casi 32 millones de viviendas, se estima que 14 millones se encuentran en rezago habitacional; cifra que equivale a casi 50 % de las viviendas censadas (Inegi 2015a; Coneval, 2018).
- 64.2 % del parque habitacional ha sido autoproducido (Coneval, 2018).
- 57 % de los hogares se ubica en los primeros cuatro deciles de ingreso, colocándolos por debajo de la línea de pobreza (Coneval, 2018).
- 70 % de las personas que autoprodujeron su vivienda la edificó sin financiamiento institucional (Inegi, 2015b).
La Ley de Vivienda promulgada en 2006 reconoció la producción social de vivienda y mandató al gobierno federal a generar instrumentos para apoyarla. Desde 2007, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) brinda subsidio para que las familias mejoren o construyan su casa en el lote que poseen. Este subsidio implica un cofinanciamiento, pues aplica la fórmula de ahorro + crédito + subsidio, junto con la asesoría, tal como está establecido en la citada ley.
El subsidio resultó un incentivo poderoso para mejorar la habitabilidad. Al valorar el costo-beneficio que representaba obtener el apoyo, disminuyó la resistencia a la ejecución de mejoras que a primera vista quizá podrían parecer innecesarias. Por ejemplo, en el caso de una familia que se oponía a la ruptura de una losa para abrir cubos de iluminación y ventilación, la valoración del beneficio que supone el apoyo ayudó a que aceptaran hacerlo. Por si esto fuera poco, incluso las y los vecinos y parientes se animaron a mejorar su vivienda gracias a los resultados que apreciaron.
Por otra parte, es una excelente noticia que el Infonavit brinde un programa de autoproducción para los trabajadores que poseen un lote o una vivienda, sin condicionarlo a una hipoteca 1. Con el fin de ayudar a comprender de mejor forma este proceso social, a continuación se describen las particularidades operativas y conceptuales del proceso de autoproducción. Para ello se referirá a las historias que generosamente compartieron cinco mujeres, y se finalizará con las principales reflexiones y aprendizajes que motivaron estos relatos.
La siguiente gráfica muestra la evolución de este fenómeno en el parque habitacional del país. Como se puede observar, entre el año 2000 y el 2018, el rezago habitacional se mantuvo prácticamente constante en términos absolutos de 9 000 000 de viviendas, a pesar de que en ese período hubo una expansión sin precedentes. Lo anterior quiere decir que se incorporaban más viviendas de las que salían de rezago. Entre 2018 y 2020, esta tendencia cambió: mientras el parque habitacional creció en 1.75 %, el rezago disminuyó en 9.5 %. La razón fue un cambio de visión necesario, comenzando con el Programa Nacional de Vivienda 2019-2024, en el que se planteó diversificar los apoyos y recursos.
La singularidad de la autoproducción de vivienda y del hábitat
Mediante la autoproducción, la población mexicana de bajos, medios y altos ingresos ha satisfecho su necesidad de vivienda. A grandes rasgos, este proceso comprende la adquisición del terreno y la construcción de la vivienda, generalmente a través del esfuerzo personal o familiar. En los barrios o pueblos, cuando los hijos o hijas forman su propia familia, abuelos, padres u otros parientes les permiten construir su vivienda en una fracción del terreno o, incluso, en la azotea de la casa familiar, esto último sobre todo en las regiones con alta densidad poblacional. Las redes familiares suplen la carencia de seguridad y, en ocasiones, apoyan durante períodos de desempleo o incapacidad. Es común que en la vivienda o el lote de los asentamientos populares se realicen diversas actividades económicas. Según la tipología de Kellett (Kellet y Napier, 1995), para diversificar los ingresos en los hogares se vende o produce desde comida hasta componentes electrónicos.
Otro aspecto que singulariza a la autoproducción es que las personas toman las decisiones fundamentales sobre su vivienda; construyen su casa para habitarla; aportan y administran los recursos económicos para hacerlo; y deciden qué espacios construir o mejorar, qué material usar, cómo y con quién hacerlo, etcétera. Por lo general, además, cuando los recursos económicos son escasos, primero se habita y paulatinamente se construye. La autoproducción no es sinónimo de vivienda de bajos ingresos. Lo distintivo de esta forma de producir vivienda es que las y los usuarios participan en todas las decisiones: diseño, materiales, ejecutores, procesos, tiempos, etcétera.
Desde la década de 1970, el gobierno federal brindó alternativas de suelo, urbanización y vivienda progresiva; primero a través del Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y de la Vivienda (Indeco) y después con el Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo). Lamentablemente, con la adopción de políticas para fortalecer el funcionamiento del libre mercado se cancelaron los apoyos en esa materia. Medio siglo después de esas experiencias, el suelo en las ciudades es cada vez más escaso y caro, condiciones que, aunadas a la pobreza, han incentivado que la vivienda para la población de bajos ingresos se constituya en un recurso para apoyar el desdoblamiento familiar y se utilice como fuente de ingresos.
En la práctica, durante el tiempo que ha funcionado el Centro de Apoyo Mejoremos2, se ha constatado otra singularidad: la persistencia de las mujeres para superar obstáculos y acceder al financiamiento con el fin de mejorar sus condiciones de habitación. Según explica Massolo, el papel ampliado de madre-ama de casa “es un tramo legitimado de la presencia de la mujer en la calle y antesalas de las oficinas, porque es un ama de casa-madre preocupada por el bienestar de su familia” (Massolo, 1992).
Los principios para apoyar la autoproducción participativa
La primera conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (ONU Hábitat, 1976) marca un hito al reconocer que los asentamientos humanos espontáneos eran una solución más que un problema, destacando la importancia de la participación social. Asimismo, los estudios de John Turner en la misma época plantean diversos principios que, por su lógica, mantienen vigencia (Turner, 1968):
- La vivienda no estriba en lo que es —un artículo con un costo, superficie, espacios, materiales o servicios—, sino que su verdadero valor reside en cómo impacta la vida y el comportamiento de las personas que la habitan.
- Dado que la vivienda es un medio para satisfacer las necesidades humanas, entonces los usuarios deben tener la facultad de tomar las decisiones sobre la misma.
- Si la decisión está en manos de las personas, entonces las instituciones deben brindar opciones en una red abierta de servicios flexibles.
- Los criterios que deben regir el acceso a una red abierta son: a) necesidades autodefinidas del usuario y b) reglas del marco normativo de las instituciones.
A partir de dichas premisas, se sistematizó el método para asesorar proyectos individuales y progresivos. En el proceso se aprendió que es vital conocer la situación del entorno y del espacio construible, además de profundizar en las razones objetivas y subjetivas de las necesidades que refieren las personas. Con esta base se proponen alternativas en formatos comprensibles que se consensúan con la familia.
Contar con un buen diagnóstico y lograr una comunicación asertiva para acordar la propuesta facilita que las personas se apropien de su proyecto y lo continúen en el tiempo, con o sin apoyo. Asimismo, se identificaron particularidades del rezago habitacional que modelaron la forma de intervenir. Por ejemplo, en una muestra de las acciones que recibieron asesoría en Ecatepec, Estado de México entre mayo de 2016 y junio de 20183se encontró que:
- 27 % de las intervenciones fue en vivienda nueva; 4 % en lote baldío y 23 % en azotea y lote familiar.
- 73 % de las intervenciones se realizó en vivienda preexistente, en una diversa gama para mejorar las condiciones de habitabilidad: incremento de superficie para disminuir el hacinamiento, reforzamiento de estructuras, refuncionalidad de espacios, apertura de cubos de iluminación y ventilación, etcétera.
- En 96 % de los casos había construcciones existentes que se consideraron en el proyecto.
- 74 % de los casos requirió proyecto estructural.
Motivos y efectos en la vida de las mujeres en la autoproducción de vivienda, cinco casos
Las mujeres entrevistadas participaron en el programa de vivienda que se implementó en Ecatepec como consecuencia del apoyo que la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) brindó a la producción social de vivienda, para así cumplir con el mandato de la Ley de Vivienda (2006).
Durante el período 2008-2019, Mejoremos asesoró a 2,300 familias en Ecatepec, el equivalente a 31 % de las 7,335 que han recibido asistencia en siete entidades de la república mexicana. En el período 2016-2019, la Cooperativa Depac Poblana financió a 361 familias; de éstas, 67 % fue de mujeres que optaron por un crédito promedio de 30,000 pesos. Se identificó el siguiente perfil en las contratantes:4
- 86% manifestó tener pareja, estar casada o en concubinato, mientras que 14 % declaró ser soltera.
- 75 % de las mujeres que optaron por un crédito se encuentra entre los 17 y 55 años.
- 41 % de las mujeres acreditadas no era propietaria, por lo que recibió autorización de algún familiar para realizar la mejora; siendo propietarios los abuelos, hermanos, tíos o hijos.
- 50 % de las mujeres es propietaria de la vivienda, en tanto que 9 % refirió que el titular de la propiedad es su cónyuge o concubino.
Durante los últimos 12 años en Ecatepec, Mejoremos ha tenido el privilegio de conocer muchas historias, la mayoría de éxito. El centro de apoyo cuenta con la colaboración de mujeres cuyas viviendas tienen diferentes grados de progresividad habitacional. Para efectos de este artículo presentaremos historias de mujeres cuyas viviendas se ubican, dos en asentamientos de origen irregular, y otras dos en fraccionamientos ofertados por entidades públicas.
En cada caso se narra el contexto en el que se desarrolla la experiencia. Después se reseña la historia que relataron, y la forma en que afectó su vida personal y familiar. Luego se refieren las decisiones que asumieron en la producción de sus viviendas. El monto de la inversión citada en cada caso corresponde a la suma del crédito, subsidio y aportación de las familias. El espacio que se ilustra en las fotografías fue elegido por las mujeres; la leyenda que las acompaña corresponde a lo dicho por ellas.
“Compré el lote, ustedes sigan”: doña Paulina y sus hijos, Norma y José Adrián"
Este caso revela las condiciones de vida en la producción social del hábitat. Se trata de un proyecto de ampliación y mejoramiento en una vivienda: mejoramiento en un departamento en azotea, donde ambos inmuebles están concluidos espacialmente.
Contexto
Son viviendas en suelo de origen ejidal, con topografía plana, aún sin regularizar.
Doña Paulina tiene 69 años. Llegó a la colonia en la década de 1980, cuando tenía 30 años. Primero rentó un cuarto y después compró un terreno de 151 metros cuadrados, en el que construyó un baño y un cuarto de 24 metros cuadrados para alojarse con sus ocho hijos e hijas. La mayor de todos tenía apenas 11 años.
Norma, una de sus hijas, compró material en cuanto empezó a trabajar, y en siete años logró hacer dos cuartos de 3 × 4 metros con cimientos, uno es ahora cocina. En 1995 recibió el primer apoyo para construir una recámara en primer nivel; en 2010, con otro préstamo, mejoró los espacios en planta baja. Para ese entonces vivía con su mamá, doña Paulina, y dos sobrinas. En total invirtieron 97,500 pesos. Ahora tienen tres recámaras, comedor, sala, cocina, patio de servicios y un baño completo, en un área aproximada de 100 metros cuadrados.
En 2018, José Adrián, su hermano, obtuvo un préstamo de 71,300 pesos para acabados del departamento construido en la azotea: tres recámaras, sala, comedor, cocina, zotehuela y baño completo, en una superficie de 97.5 metros cuadrados.
Narración
Doña Paulina: “Mi hermana nos ayudó a encontrar un cuarto para rentar. Un sobrino me dijo que un ejidatario vendía lotes; eran milpas. Con mis hijos en la escuela, pensaba que era imposible pagar el terreno. El tío de mis hijos me prestó 5 mil pesos, mucho dinero. Cuando mis hijos fueron mayores, entre todos pagaron la deuda, devolvimos 10 mil. Hasta entonces tuve paz, no me gusta deber.
”Mi sobrino buscó al señor que construyó nuestro primer cuarto. La tía de mis hijos nos regaló unas láminas y una ventana. Con eso techamos. Ella echó losa en su casa y desocupó ese material.
”Construimos una pileta, porque antes comprábamos agua de pipas. También antes alumbrábamos con velas, pero después jalamos la luz, que al inicio era un foquito. Al cambiar los gobiernos, los vecinos se juntaban para pedir los servicios; asistían mis hijos, porque yo no faltaba a mi trabajo. En 1998 pusieron los cables, y en el 2000, el servicio de agua.
”Trabajé 12 años ayudando en la cocina de la Parrilla Suiza. Salía a las 7 de la mañana para entrar a las 12, y trabajaba hasta las 8 de la noche. A esa hora compraba lo que necesitaba para la comida o la escuela de mis hijos.
”Cargaba muchas bolsas. El camión me dejaba como a dos kilómetros de mi casa, más lejos cuando llovía, porque los caminos se inundaban. Llegaba a las 11 o 12 de la noche a cocinar. Cuando mis hijos estuvieron más grandecitos ellos lo hacían.”
Norma: “Guardo en mi memoria la imagen de mamá cargada de bolsas. Cuando tenía 18 años me fui a trabajar a casa de mi tía Carmen, y regresé hasta que los dos cuartos estaban levantados.
”Mi hermana obtuvo un crédito. Me animó a entrar al programa de vivienda. Pedí el crédito cuando tenía 35 años; trabajaba en una farmacia. Mi mamá me autorizó a construir en su casa. Teníamos dos habitaciones y el baño sobrepuesto, más el huacal, ahora sala y comedor, sólo las bardas, techadas con lámina.
“José Adrián compró su terreno, pero le dijo a mi mamá ‘no me gustaría irme’. Ella le permitió construir dos cuartitos en la azotea. Pidió un crédito, pero se lo negaron porque pedían escrituras para obtener subsidio. Entonces él diseñó su casa y con sus recursos hizo la obra negra. Después pidió el crédito para los acabados, porque para eso no piden escrituras. Con ese préstamo completó el techo del baño, colocó puertas y ventanas.
”Mis hermanos y yo hacíamos planos de cómo queríamos nuestra casa. Mi mamá quería su recámara abajo. Asistí en la secundaria al taller de dibujo técnico, hice planos arquitectónicos, instalación hidráulica y eléctrica. La arquitecta propuso disminuir el comedor para que entrara más luz. No aceptamos. Finalmente acordamos cambiar la puerta y la ventana. Quedó muy iluminado.”
Impacto en su vida
Norma: “De niña pensaba hacerle su casa a mi mamá cuando fuera grande. Cuando vi el avance, dije ‘de aquí soy’. Enfrentar un reto tan grande me dio seguridad de lograr lo que quisiera. Estudié Contaduría Privada, con esa confianza obtuve la Coordinación de Administración de una sucursal de una famosa diseñadora de imagen”.
“Me dio paz”: Gloria
Este caso se trata de sustitución de vivienda precaria por definitiva, y hasta ahora se ha concluido la primera etapa. En las siguientes se incrementará la superficie y se seguirá con los acabados. Es un terreno regularizado en 2015 por el Instituto Mexiquense de la Vivienda (Imevis).
Contexto
Hace 18 años, el papá de Gloria le dio 27.5 metros cuadrados en una fracción del patio de su casa para que ella construyera su propio hogar; por entonces nació su segundo hijo. En agosto de 2018 obtuvo el crédito. Su familia está integrada por cuatro miembros: Gloria, de 37 años; su actual pareja, de 43; y dos hijos de ella, una mujer de 20 años y un hombre de 18.
Tenían un área de usos múltiples, recámara y baño. En la recámara dormían los dos jóvenes, en tanto que la pareja colocaba una colchoneta en el piso del comedor para dormir. Sin embargo, ese espacio también lo usaban sus hijos para hacer trabajos escolares, por lo que apagaban la luz hasta que terminaban, sin importar que la pareja de Gloria saliera a trabajar desde muy temprano.
En la primera etapa se incrementó la superficie al doble, alcanzando los 57.5 metros cuadrados. Se sustituyó el techo de lámina por losa, se modificó el tamaño y la posición de un medio baño, se construyó la escalera y en la planta alta un baño completo, así como una recámara. Para ello se presupuestaron 127,600 pesos. Al concluir la obra se estimó que la familia aportó 60,000 pesos más.
El proyecto considera la construcción de dos recámaras más. Con ello la superficie puede incrementar a 79.6 metros cuadrados, para quedar con tres recámaras, baño, medio baño, cocina y estancia-comedor.
Narración
Gloria: “Llegué a la colonia cuando tenía 5 años. Existía la tubería del drenaje e instalaban la del agua. Las calles eran de tierra, jalaban la luz de lejos con un cable, del que todos se colgaban. El terreno mide 123 metros cuadrados. Mis padres empezaron desde los cimientos, ahora habitamos tres familias: mi mamá, mi hermana y nosotros.
”El abuelo paterno de mis hijos es albañil. Construyó mi cuarto y un baño afuera. Pasaron 12 años para que pudiera ampliar. Como no había cimientos, se demolió todo. Sólo sirvió el muro de la colindancia.
”Seis años antes de tener el crédito, hice el dibujo de cómo imaginaba mi casa. Pensaba que lo haría hasta que mis hijos terminaran la universidad.”
Gloria: “La decisión más difícil fue disminuir el tamaño de las ventanas. Yo las quería más grandes, porque me gusta mucho la luz, pero no alcanzaba el presupuesto. Acordé con el arquitecto tener un baño arriba y otra recámara. Donde ahora está nuestro cuarto, después será la cocina y se ampliará la sala y el comedor. Más adelante echaremos una losa en el patio para construir ahí dos recámaras.
”El principal obstáculo que tuve que vencer fue creer, tener confianza. Temí entregar copia de las escrituras de mi mamá; me preocupaba que tuviera un problema con su casa. Realmente creí hasta que vi el depósito en mi cuenta.
”Además de la sala y el comedor, me gusta mi azotea. Mi hija me dio la idea de hacer un huerto; tenemos lechuga, betabel, chile, zanahoria, cilantro, melón. Ahí también mi hijo toca la guitarra; es un espacio agradable, me tranquiliza ver mis plantas”.
Impacto en su vida
Gloria: “Ahora tenemos privacidad. Antes me estresaba la situación en que vivíamos; comprendía que mi esposo tenía que dormir, pero también que mis hijos tenían que hacer sus trabajos. Cuando teníamos visitas, hasta que se iban podíamos tender nuestra colchoneta. Con el cambio, como que se fue lo viejo; me dio mucha paz, la azotea es como un refugio que anhelé mucho tiempo”.
“Fue difícil pedir ayuda”: Gabriela
Es un caso de vivienda nueva, concluida espacialmente en dos etapas, pero faltan acabados.
Contexto
Se trata de un asentamiento con servicios vendido por Auris. El terreno mide 500 metros cuadrados y era de la suegra de Gabriela, quien tuvo seis hijos: cuatro hombres y dos mujeres. Conforme los hombres formaban su familia, ella les daba una fracción del terreno; sin embargo, Gabriela y su esposo decidieron vivir aparte. Cuando tuvieron que pedir ayuda a su suegra, de los 500 metros cuadrados solo quedaban 38.5. Ahora sus suegros fallecieron y en el terreno viven seis familias.
Gabriela, su esposo y sus tres hijos vivían en un cuarto de la casa de la mamá de Gabriela. El matrimonio dormía en el suelo. Al empezar la construcción, sus dos hijas tenían 15 y 12 años, el menor, 10.
En 2015 construyeron la planta baja, la sala-comedor, la cocina, el baño y un dormitorio. En 2018, el primer nivel, con tres recámaras y un baño. En tres años satisficieron sus necesidades de espacio en dos plantas con un total de 65 metros cuadrados, sin acabados. En total, la inversión fue de 204,000 pesos.
En 2015 construyeron la planta baja, la sala-comedor, la cocina, el baño y un dormitorio. En 2018, el primer nivel, con tres recámaras y un baño. En tres años satisficieron sus necesidades de espacio en dos plantas con un total de 65 metros cuadrados, sin acabados. En total, la inversión fue de 204,000 pesos.
Narración
“Nos casamos cuando teníamos 26 años. Mi esposo es mesero y yo pedicurista. Ganábamos bien. Mi suegra quería que viviéramos en su terreno, pero decidimos probar por nuestra parte. Rentamos 11 años. Mi esposo tuvo un accidente y resultó incapacitado; en ese tiempo esperaba a mi segunda hija y el embarazo era de alto riesgo. Tuve que regresar a casa de mi mamá a ocupar mi recámara de soltera para que me cuidara.
En 2015 construyeron la planta baja, la sala-comedor, la cocina, el baño y un dormitorio. En 2018, el primer nivel, con tres recámaras y un baño. En tres años satisficieron sus necesidades de espacio en dos plantas con un total de 65 metros cuadrados, sin acabados. En total, la inversión fue de 204,000 pesos.
Estuvimos año y medio así, hasta que mi esposo encontró trabajo y volvimos a rentar.
”Cuando esperaba a mi tercer hijo, mi esposo perdió el trabajo. Mi madre nos ofreció mi cuarto para que no pagáramos renta. En esa casa vivían mis dos hermanos solteros y tres familias más. En total éramos 16. Cada familia hacía su comida. Procuraba ser la primera en alimentar a mis hijos; los apuraba diciéndoles ‘ya se asomaron los demás’.
”No teníamos privacidad ni para discutir nuestros disgustos. Mi esposo acudió a sus padres y le dieron ese pequeño espacio. Por ese tiempo conocí del programa de vivienda: mi esposo no creía que fuera a funcionar, y además le parecía difícil poder hacer algo; pero era lo único que había.
”Del diseño no teníamos idea. La arquitecta nos hizo una propuesta en dos plantas; se me hacía imposible. Primero hicimos todo lo de abajo, menos la escalera. Construimos un espacio que provisionalmente sería recámara y después estancia, pero que así se quedará para evitar subir y bajar en la vejez. En la recámara dormían mis tres hijos y nosotros en el espacio que ahora es comedor. Lo tapamos con la alacena y puse una cortina.
”En la segunda etapa nos asesoró otra arquitecta. Le dije que no me gustaba que la cocina quedara en la entrada. Acordamos el rediseño de ese espacio que pagamos con nuestros recursos. Con lo presupuestado hicimos la escalera, tres recámaras y un baño en la planta alta. Ahora quiero hacer un cuartito de lavado y mis acabados.
”El principal obstáculo fue animarme a pedirle las escrituras a mi suegra. Era muy buena, pero tenía carácter fuerte. Se sintió porque no aceptamos quedarnos. Mi esposo era el más chico y mantenían una relación estrecha”.
Impacto en su vida
“Familiarmente, mi vida cambió mucho. Es difícil la convivencia con otras familias; se producían roces, nuestro matrimonio se distanció. Aquí nos reencontramos.
”Valoro mucho mi casa. Nunca había vivido en un espacio sin aplanados, pero quiero compartirlo. Siento el deseo de que pasen a mi casa a platicar y convivir, como lo hacían mis padres”.
“Conflictos causados por las normas”: Alma
Es un caso de sustitución de vivienda precaria por definitiva, realizada por autoconstrucción. Concluyeron la primera etapa con acabados completos, en la siguiente etapa desean incrementar la superficie.
Contexto
Alma, sus padres y hermana llegaron a la colonia cuando ella tenía 10 años. Ahora tiene 36. Con el paso del tiempo, tres familias habitaron en el lote; la de sus padres y de las dos hermanas. La fracción del terreno de Alma mide 68 metros cuadrados. Ahí construyó dos cuartos provisionales para vivir con su pareja y su hija de tres años.
Su hermana se fue a vivir a otro lugar y dejó diversos artículos en su antigua vivienda.
En 2017 empezó la obra. El presupuesto inicial fue de 104,300 pesos. Construyó cocina, sala-comedor, zotehuela y el patio de acceso en un área de 40.60 metros cuadrados. A futuro, en el primer nivel planean construir dos recámaras, un baño y una estancia para alcanzar 81.20 metros cuadrados.
Para esa época, la Ley de Vivienda había establecido que, proporcionando recursos públicos, las viviendas debían tener dos recámaras. Esa condición, más la existencia de los cuartos de su hermana, provocaron conflictos en el proyecto y en la construcción de su vivienda.
Narración
”La arquitecta pidió dejar un pasillo entre mi casa y los cuartos de mi hermana, donde dejó algunos muebles cuando se fue. Decía que era forzoso, porque si los verificadores lo observaban podían pedir devolver el subsidio. Le explicamos que eso se derrumbaría en cualquier momento. Nos redujo medio metro a lo largo, pero ahí sigue ese espacio abandonado.
Esposo: “Discutimos con el arquitecto la idea de un domo para iluminar y ventilar, que sería provisional hasta poder construir la escalera para el primer nivel. Entra tanta luz desde temprano, que pusimos láminas en donde estará el domo para poder dormir”.
Esposo: “Discutimos con el arquitecto la idea de un domo para iluminar y ventilar, que sería provisional hasta poder construir la escalera para el primer nivel. Entra tanta luz desde temprano, que pusimos láminas en donde estará el domo para poder dormir”.
Impacto en su vida
Alma: “Siento orgullo y felicidad. Siempre quise tener mi casa. Ahora estamos más a gusto, tenemos un baño con regadera bien hecho y mi niña tiene patio para jugar”.
Decisiones en la producción de la vivienda
Cuando hay vivienda preexistente en el proyecto, se usa todo lo que se puede rescatar. Tanto Paulina como Gloria y Alma reutilizaron insumos.
En todos los casos, la construcción se realizó con participación familiar.
A excepción de Gloria, quien encargó su adquisición al albañil, las demás compraron el material donde más les convenía. Gabriela, incluso, obtuvo un crédito de 10 mil pesos de su proveedor para terminar su obra.
Lo citado demuestra que la autoproducción en los segmentos poblacionales de bajos ingresos no es un acto individual, sino una obra colectiva y continua, en donde se aprovechan todos los recursos: materiales y sociales.
Conclusiones
1. Progresividad
Al aplicar recursos de un monto significativo a la vivienda, en un corto tiempo, permite atender las necesidades más apremiantes. Continuar haciéndolo depende del momento del ciclo de la vida en que se encuentra la familia. Paulina, por ejemplo, vivió en condiciones deficitarias hasta que Norma contribuyó. En siete años construyeron dos cuartos; con los dos préstamos avanzaron, recibió el último hace 10 años y sigue con acabados. En cambio, Gloria, Gabriela y Alma sólo podrán hacerlo con financiamiento, pues con hijos pequeños o estudiando no es posible.
El progreso de la construcción depende de las prioridades de cada familia. Gloria y Gabriela, por ejemplo, requerían incrementar los espacios en la casa, por lo que priorizaron la superficie sobre los acabados. En cambio, Alma optó por concluir una primera etapa con acabados, pues tiene una hija pequeña.
Sólo cuando las personas deciden cómo crecerá su casa asumen el proyecto como propio, poco a poco conforme a sus posibilidades lograrán viviendas completas y confortables.
2. Beneficios emocionales y psicológicos
- Convivencia y bienestar familiar. Confirma los hallazgos de Massolo, pues el sitio elegido para tomar la fotografía fue el lugar de reunión o la cocina.
- Bienestar personal. Gloria y Gabriela destacan el gozo por contar con espacios diferenciados para sus hijos y para ellas. Gloria lo calificó como “tener paz”, mientras que Alma como “felicidad”. Ambas emociones originadas por obtener lo que se desea.
- Autoestima. Norma expresó cómo el logro de mejorar sus condiciones de habitación trascendió a otros ámbitos de su vida personal.
3. Rezago cualitativo y asesoría
- Retos. Hacer más con menos, con calidad y calidez, son los desafíos para atender el rezago cualitativo. Se requiere financiamiento y apoyo profesional para resolver los problemas de habitabilidad: el albañil construye, pero no sabe de diseño e, incluso, en ocasiones, tampoco de estructuras.
- Proponer nuevos caminos. Las personas satisfacen sus necesidades de vivienda como lo han hecho siempre, pero cuando aprecian que los espacios pueden ser agradables y confortables se potencia su creatividad. Como bien decía Norma: “de aquí soy”.
- Normas rígidas. Alma relató claramente los conflictos causados por la obligación impuesta en la Ley de Vivienda para tener dos recámaras. En cambio, dejar un derecho de paso es obligado, porque se desconoce si ese espacio será nuevamente habitado.
Casos como los aquí presentados son comunes en los barrios y en los pueblos. Por ello es necesario resolverlos “con lo que hay”. Es un camino en el que el Infonavit está dispuesto a transitar, y hacerlo bien requiere la contribución de todos.
Notas
- El 21 de agosto de 2020 dio inicio el programa ConstruYo, del Infonavit, que, de acuerdo con la página del instituto, busca que los derechohabientes “puedan construir, terminar su construcción, ampliar o remodelar, y realizarlo en una o varias etapas, elegiendo el monto y plazo del crédito, y construir por su cuenta, con asistencia técnica o contratando a una constructora”. Según la institución, pueden hacerlo en cualquier tipo de propiedad, ya sea privada, ejidal, comunal o derivada de algún programa gubernamental, sin necesidad de que esté a nombre del derechohabiente, pero demostrando documentalmente una posesión segura.
- Mejoremos es una empresa especializada en asistir la producción social de vivienda. Fundada en 2007 por profesionistas con larga trayectoria en vivienda de bajos ingresos, en los ámbitos público, privado y académico, nace con el fin de contribuir a mejorar las condiciones de vida de las familias que autoproducen su vivienda. En 2008, con apoyo de Hábitat para la Humanidad México, diseñó e implementó el programa de vivienda en Ecatepec de Morelos. En 2012 incrementó su cobertura para asesorar a socios de la Caja Depac Poblana y de FESolidaridad en localidades de Puebla, Hidalgo y Estado de México. De 2008 a 2019 ha asistido a 7,300 familias en siete estados de la república.
- Datos de 529 acciones que se realizaron en Ecatepec entre marzo de 2016 y junio de 2018.
- Datos proporcionados por la Cooperativa Depac Poblana.
Bibliografía
Adler, V., F. Vera, L. S. Wainer, P. Roquero et al. (2018). Vivienda ¿Qué viene?: de pensar la unidad a construir la ciudad. (Vol. 659). Banco Interamericano de Desarrollo.
Coneval (2018). Estudio diagnóstico del derecho a la vivienda digna y decorosa 2018. Ciudad de México: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Inegi (2015a). Inegi Vivienda. Obtenido de: Ver fuente
Inegi (2015b). Inegi – Encuesta intercensal.
Kellett, P., y M. Napier (1995). Squatter architecture? A critical examination of vernacular theory and spontaneous settlement with reference to South America and South Africa. Traditional Dwellings and Settlements Review, 7-24.
Massolo, A. (1992). Por amor y coraje: mujeres en movimientos urbanos de la Ciudad de México. Colegio de México.
ONU Hábitat (1976). Declaración sobre los asentamientos humanos. ONU Hábitat. Disponible en: Ver fuente
Turner, J.B. ed. (1968). Neighborhood Organization for Community Action. Ohio: National Association of Social Workers.