- Con profundo agradecimiento a Jasmín Anavel Monterrubio Redonda, por la discusión de ideas que permitió enriquecer el contenido de este artículo.
Actualmente existen diversos instrumentos que cuentan con indicadores para medir el rezago habitacional y la calidad y espacios de la vivienda en México. Sin embargo, los resultados de la Encuesta Nacional de Vivienda 2020, asociados a estos dos parámetros de medición, proporcionan un panorama mucho más amplio y preciso de las necesidades de atención a los hogares y de las problemáticas que enfrenta la vivienda en nuestro país. Esto porque permite vincular las condiciones de las viviendas con las necesidades de sus ocupantes. Así, en este artículo se reflexiona sobre el diseño de las estrategias actuales para su atención, y acerca de la orientación de las políticas públicas del sector.
Desde la década de 1980, y con base en el artículo 4.o constitucional, el gobierno mexicano asumió la responsabilidad de establecer los instrumentos y apoyos necesarios para que las familias mexicanas disfruten de una vivienda digna y decorosa.1 De esta forma, la vivienda pasó de ser una garantía social que solo era reconocida a personas trabajadoras, a convertirse en un derecho humano, particularmente al amparo de las reformas constitucionales de 2011. A partir de entonces, el objetivo de la política y gestión habitacional ha sido resolver el problema de la vivienda en el marco del cumplimiento de este derecho.
Para tales efectos, la definición del problema público respondió a lo que se identificó como el rol social del sector de la vivienda: producir una oferta de vivienda para cada vez más familias, así como generar más empleos directos para las y los mexicanos. De esta forma, la respuesta del gobierno consistió, básicamente y por muchos años, en reducir el déficit habitacional de la población, especialmente aquella de menores ingresos.
Este déficit habitacional, en términos generales, involucra dos tipos de problemáticas:
a. La carencia de una vivienda (déficit cuantitativo).
b. La existencia de viviendas precarias (déficit cualitativo), que incluye a aquellas que carecen de las características adecuadas2 (o vivienda digna y decorosa, como lo establece la Constitución).
En lo referente a la medición del déficit, aunque la Constitución introduce el concepto de vivienda digna y decorosa −el cual está desarrollado en la Ley de Vivienda−, en ninguno de estos dos ordenamientos jurídicos se define su alcance, al no especificar con claridad las características que implican un riesgo para la satisfacción de necesidades básicas de la población que requiere vivienda.
Para proponer parámetros, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) estableció la medición del rezago habitacional, el cual se refiere a las viviendas que presentan hacinamiento o cuyos materiales de edificación están deteriorados y no logran satisfacer un mínimo de bienestar para sus ocupantes (Conavi, 2021).
Por otro lado, con la finalidad de fijar condiciones mínimas para el bienestar de las y los habitantes de las viviendas, así como aportar información para avanzar en el ejercicio de los derechos sociales, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estableció el indicador por calidad y espacios de la vivienda a partir de los elementos mínimos indispensables de una vivienda digna.
Estas aproximaciones metodológicas para contabilizar las necesidades de vivienda nos acercan a una estimación más o menos real del déficit habitacional en México. No obstante, responden a una cuestión meramente cuantitativa y examinan poco otras condiciones que, cualitativamente, pueden contribuir a visibilizar otros aspectos relacionados con el acceso a una vivienda adecuada.
Hoy en día, con una dirección distinta de la política y gestión habitacional –cuyo eje conductor es garantizar el derecho a la vivienda adecuada3, además de las mediciones mencionadas–, se requiere de otro tipo de información que nos ayude a problematizar y evaluar los avances en esta materia.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI) 2020, asociados a los dos parámetros de medición, proporcionan un panorama más amplio y más preciso de las necesidades de atención a los hogares y de las problemáticas que enfrenta la vivienda en México.
Al respecto, los resultados de la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI) 2020, asociados a los dos parámetros de medición, proporcionan un panorama más amplio y más preciso de las necesidades de atención a los hogares y de las problemáticas que enfrenta la vivienda en México. Esto porque permite vincular las condiciones de las viviendas con las necesidades de sus ocupantes, lo que nos lleva a reflexionar sobre el diseño de las estrategias actuales para su atención, y acerca de la orientación de las políticas públicas del sector.
¿Cuál es el valor agregado que aporta la ENVI en cuanto a los parámetros de medición y análisis de la vivienda adecuada en México?
Con esta base, el objetivo del presente texto es explorar de qué manera los resultados de la ENVI –relacionados con los datos de rezago y carencia por calidad y espacios de la vivienda– contribuyen a mirar de otra forma el problema del acceso a una vivienda adecuada y, con ello, a la reflexión sobre la pertinencia de los lineamientos de política actuales.
Para tal efecto, en la primera parte de este documento se explica, a grandes rasgos, en qué consisten los indicadores de rezago habitacional, así como de calidad y espacios de la vivienda. En la segunda, se aborda lo que consideramos como aportaciones de la ENVI para el análisis y medición del problema de la vivienda en el contexto de la política habitacional actual.
El déficit de vivienda visto desde el rezago habitacional, así como desde la calidad y espacios de la vivienda
Ambos indicadores son instrumentos que, tradicionalmente, han sido referentes principales para orientar la formulación de las estrategias, acciones y evaluación de las políticas habitacionales.
El indicador del rezago habitacional se elabora a partir de tres componentes fundamentales:
a. Materiales deteriorados
b. Materiales regulares
c. Precariedad en espacios
Analiza los materiales de paredes, techos y pisos, el número de integrantes por cuarto de la vivienda y la disponibilidad del excusado.
El cálculo del rezago se hace con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares y los censos de población y vivienda. La última medición se hizo con los datos censales en 2020.
De acuerdo con las mediciones de la Conavi, de las 34.8 millones de viviendas particulares habitadas4, 8.5 millones (24%) están en rezago. Los mayores porcentajes se localizan en Chiapas, Tabasco y Oaxaca. La siguiente gráfica muestra el dato a nivel nacional.
En este sentido, se identifican necesidades principales a ser cubiertas; esencialmente concentradas en factores de protección y espacios: mejoramiento, remplazo y ampliación de vivienda.
Por otro lado, el Coneval
considera como población en situación de carencia por calidad y espacios de la vivienda a las personas que residan en viviendas que presenten, al menos, una de las siguientes características: el material de los pisos de la vivienda es de tierra; el material del techo de la vivienda es de lámina de cartón o desechos; el material de los muros de la vivienda es de embarro o bajareque; de carrizo, bambú o palma; de lámina de cartón, metálica o asbesto; o material de desecho; la razón de personas por cuarto (hacinamiento) es mayor que 2.5 (2020).
Para conocer su evolución, el Coneval realiza la medición de esta carencia social, a nivel nacional y por entidad federativa, con base en los censos de población y vivienda, así como en los Módulos de Condiciones Socioeconómicas de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (MCS-ENIGH).
En 2020, las mediciones señalan que los porcentajes de la población con esta carencia social son: 3.3% carece de material de pisos, 1.3% de muros, 0.9% de techos y 8.3% presenta hacinamiento.
Por su parte, el indicador sobre calidad y espacios de la vivienda es un subconjunto del rezago habitacional, y centra su análisis en las características de la población que lo padece, mientras que el rezago habitacional atañe al número de viviendas. Estos dos instrumentos son complementarios para ponderar las características de las viviendas. No obstante, es importante aclarar que son dos herramientas estadísticas distintas y, por lo tanto, no son comparables (Morales y Madrigal, 2018).
En la perspectiva de la política relacionada con el derecho a la vivienda, tanto el rezago habitacional como el indicador de carencias tienen limitaciones importantes en cuanto a la medición de las necesidades de vivienda:
- El rezago habitacional no incluye la carencia de servicios porque es un factor que sale de las atribuciones de las instituciones que se hacen cargo de la gestión de la vivienda (producción, financiamiento y asignación).
- Califica como ‘no idóneos’ a una amplia gama de materiales de producción local y sistemas constructivos que, aunque cumplen con los parámetros de consistencia, durabilidad y sustentabilidad, su utilización es estimada como ‘en rezago’.
- Los materiales valorados como ‘idóneos’ son materiales industriales que llevan a la consideración de que la producción de vivienda en serie es la óptima y que no caerá en rezago (favoreciendo ampliamente los intereses de quienes producen la vivienda para el mercado).
- Al empatar los componentes de rezago con un tipo de acción habitacional (mejoramiento, ampliación y remplazo), se pierde de vista que incluso estos tipos de intervención tienen matices relacionados con necesidades sociodemográficas y culturales que, desde el punto de vista de la persona que habita esa vivienda, son muy relevantes para el bienestar del hogar.
- Por su parte, la calidad y espacios de la vivienda, al establecer los parámetros mínimos de una vivienda adecuada para que los hogares salgan de la pobreza, han dado pie a estrategias de intervención mínima en la vivienda que no necesariamente cumplen con las características de una vivienda adecuada, y menos aún que la o el habitante la considere como adecuada.
Con la medición de calidad y espacios de la vivienda se identifica una transición en la cual algunas personas mejoran su situación residencial, pero sin conseguir salir del extenso paraguas del rezago habitacional (Madrigal y Morales, 2018).
En este marco, ante los nuevos retos que implica transitar hacia el ejercicio del derecho a la vivienda adecuada, la gestión institucional requiere otro tipo de información, mecanismos de seguimiento, puntos de referencia e indicadores.
A continuación, se presenta lo que podría considerarse como un valor agregado de la ENVI para medir tanto el problema como los avances en materia de acceso a la vivienda adecuada.
Identificación de necesidades de acceso a una vivienda adecuada
Una vivienda adecuada debe proporcionar protección ante las condiciones climáticas y amparo contra los peligros naturales y los riesgos, tanto físicos como de trabajo cotidiano; también debe ser un lugar de privacidad e intimidad, así como ofrecer un ambiente higiénico (Organización Mundial de la Salud [OMS], 1990), lo cual compete a la calidad técnica constructiva, mientras que el problema se cuantifica evaluando los espacios, el nivel de protección y los servicios.
Sin embargo, se reconoce asimismo que la vivienda no es únicamente un elemento de resguardo y protección física. La habitabilidad de la vivienda involucra también al ambiente sociocultural y al entorno para lograr condiciones de bienestar óptimos.
Sobre estos puntos, en una primera exploración de las aportaciones de la ENVI a la comprensión del universo del problema en cuestión, se observa lo siguiente:
a. Viviendas que requieren repararse o ampliarse
Como se mencionó antes, tanto en el indicador del rezago como en el de carencia, el tipo de intervención en la vivienda se identifica a partir de los materiales en pisos, muros y techos. No obstante, sobre estos mismos componentes, la ENVI 2020 aporta datos que visibilizan necesidades habitacionales que modifican el problema público, porque ya no solo se trata de materiales en cada componente, sino de otras condiciones, como las características estructurales y sociodemográficas.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la seguridad estructural es un componente de idoneidad en materia de vivienda adecuada. Con relación a este tema, la OMS señala que la vivienda debe contener estructuras duraderas que “proporcionen un alojamiento seguro, seco y confortable y protejan a los moradores contra sabandijas, temperaturas extremas y riesgos naturales recurrentes (terremotos, huracanes, vientos)” (OMS, 1990). Agrega que las fallas estructurales pueden significar una amenaza directa para la vida y la salud.
Sobre este tema, la ENVI 2020 incluye información relacionada con la existencia de condiciones estructurales –nada prometedoras–, en cuanto a brindar una protección adecuada a sus ocupantes, relacionadas con la existencia de grietas o cuarteaduras, humedad o filtraciones de agua en muros, techos y pisos; fracturas, pandeos o deformación de columnas, vigas o trabes, entre otros. En este punto se identifica que, de los 35.3 millones de viviendas, 61% tiene problemas estructurales, mayoritariamente relacionados con el factor humedad o con filtraciones de agua en cimientos, muros o techos (15.5 millones). Las entidades de Tabasco (85% de las viviendas tiene este problema) y Veracruz (77%) son las más afectadas.
Por otro lado, tanto el rezago habitacional como el indicador sobre carencia y espacios de la vivienda establecen como parámetro para identificar las viviendas que requieren acciones de ampliación, la inexistencia de sanitario y la presencia de hacinamiento. Con las mediciones de la ENVI 2020 se advierte que, desde el punto de vista de las y los habitantes, 13.8 millones de viviendas (58.1%) requieren la construcción o ampliación de espacios en la vivienda (lo que incluye construir un cuarto o un baño, ampliar o modificar la cocina y construir o ampliar otros espacios en la vivienda); de igual forma, 13.9 millones (58.5%) precisan arreglos y remodelación en la vivienda (lo que incluye reparar o colocar piso, cambiar ventanas o puertas, y arreglos o remodelaciones en la vivienda).
Una expresión más del problema de espacios de la vivienda es la necesidad de adaptaciones para mejorar la accesibilidad de las personas con discapacidad y la de adaptar, remodelar o construir espacios de la vivienda derivado del confinamiento por la COVID-19.
b. La cuantificación de otros tipos de necesidades de vivienda
La necesidad de vivienda nueva, vista desde la medición del rezago, implica la cuantificación de los requerimientos de aquellas viviendas que, por su condición de deterioro o precariedad, deben remplazarse totalmente porque no tienen opción de adecuarse mediante acciones de mejoramiento o ampliación. De acuerdo con la fórmula del rezago, y con base en datos de la ENIGH 2020, se calcula que es necesario remplazar 3.5 millones de viviendas.
En el caso de la ENVI, los resultados abren el panorama de las necesidades de vivienda, las cuales no se concentran solo en adquisición o construcción de vivienda en propiedad, sino que pone en relevancia la necesidad de vivienda en renta como otra forma de dar cobertura a las necesidades de la población.
Acerca de este tema, los datos de la ENVI señalan que se requieren 8.1 millones de viviendas adicionales, de las cuales, 59.4% es para hogares que quieren construir, 37.9% para hogares que quieren comprar y 7.7% para los hogares que prefieren rentar.
Los porcentajes más altos de estas necesidades están en las ciudades: 79% para vivienda en renta, 89% para adquisición y 51% para construcción.
Otra variable que aporta la ENVI es el rezago ampliado u hogares sin vivienda, los cuales son parte del déficit de vivienda en la medida en que se trata de hogares independientes en lo económico, pero que ocupan la vivienda de alguien más. De acuerdo con la ENVI, de los 35.2 millones, 2.2% (778 186) se trata de viviendas en las que habitan dos hogares, de las cuales, 67% está en ciudades.
Una variable más que puede contribuir a identificar las viviendas que requieren remplazo o mejoramiento es la antigüedad. Puede observarse que 25% del parque habitacional tiene más de 30 años (lo que se traduce en menos vida útil). Los porcentajes más altos están en Ciudad de México, Zacatecas y Durango.
Una de las aportaciones de la ENVI en el tema de la calidad de la vivienda es la superficie del espacio habitable, lo que se relaciona con los grados de privacidad y comodidad de sus ocupantes. Aunque no hay una definición concreta de las viviendas con problemas de espacio, los datos anuncian la tendencia de construcción de casas con dimensiones mínimas, cuyo costo indirecto es que los residentes deban resolver muchas de sus necesidades en la calle, como la socialización y la recreación.
Sobre lo anterior, la misma ENVI señala que 18% del parque habitacional mide menos de 45 m2, y los mayores porcentajes se encuentran en Chiapas, Baja California Sur y Campeche. En cuanto a la tenencia de la vivienda, los datos proporcionados por la ENVI ayudan a la medición de las brechas existentes por tipo de localidad y por género.
c. Cuantificación de factores que no son déficit cuantitativo, pero sí bienestar social
Estas condiciones no forman parte del déficit cuantitativo, pues en sí mismas no son factores que expresen deficiencia de calidad física, sin embargo, es indudable que forman parte de los problemas sociales relacionados con la vivienda (Kunz y Romero, 2008).
Al respecto, la OMS (1990) señala que la situación habitacional contribuye a la buena salud mental si reduce al mínimo los factores de estrés psicológicos y sociales relacionados con el entorno residencial. Subraya que, con frecuencia, son fuentes de estrés psicológico la incertidumbre de la tenencia, el ruido excesivo, la sensación de inseguridad, la incomodidad física y la “fealdad” del entorno, así como la carencia de redes y servicios comunitarios, elementos que se valoran poco y se conocen menos.
Con relación a estos aspectos, mediante la ENVI se pueden analizar aspectos como razones para vivir en esa vivienda e identificación de problemas en la colonia o localidad (seguridad, ruido, accesibilidad, etcétera).
Se pueden analizar también aspectos subjetivos sobre la calidad de la vivienda a partir de la información de la satisfacción del habitante, lo que aporta elementos para el análisis de la relación espacio-residente que conecta directamente con la cultura (Molar y Aguirre, 2013), en cuyo caso, el sujeto es el instrumento de la medición.
La satisfacción de la vivienda tiene un fuerte impacto en la vida y las relaciones sociales de los hogares. Implica la viabilidad de habitar en un territorio y en una vivienda que contribuya al sano desarrollo de sus ocupantes, así como que “refleje y permita la realización de las preferencias propias (costumbres, visiones, necesidades particulares) al ajustarse a las necesidades y expectativas de sus moradores” (Kunz y Romero, 2008; Molar y Aguirre, 2013).
Con relación a este tema destaca todo el apartado relacionado con la satisfacción de la vivienda como lugar de habitación, como lugar de relaciones y como lugar de trabajo. Resaltan aquí las variables sobre el grado de satisfacción por calidad y por espacios y satisfacción con el entorno (distancia-tiempo con satisfactores de equipamiento y empleo).
Así, los datos de la ENVI amplían el universo de variables y puntos de inflexión del problema público de las instituciones encargadas de garantizar el acceso a la vivienda adecuada.
Algunas conclusiones
- El valor agregado de la ENVI es visibilizar con más contundencia dónde está y en qué consiste el problema público del acceso a una vivienda adecuada, lo que contribuye a perfilar una agenda pública distinta en materia de vivienda, al quitar el monopolio de la definición del problema al sector económico, basado solo en un asunto cuantitativo de “soluciones habitacionales”.
- En materia de cobertura e impacto, con la ENVI se identifican los gastos en la vivienda, el tipo de producción y de necesidad por entidad federativa, así como por tipo de localidad, lo cual relaciona asequibilidad y territorio.
- La atención a hogares sin vivienda pone en el centro de la discusión el concepto mismo de hogar y las diferentes formas de su integración, de modo que establece condiciones distintas para identificar la población potencial, objetivo y prioritaria de los programas de vivienda social.
- La ENVI aporta información complementaria tanto a los indicadores de rezago como a los de calidad y espacios de la vivienda, contribuyendo a generar acciones que posibiliten la igualdad de oportunidades y de bienestar social entre grupos sociales, sectores, regiones y entidades en desventaja.
- Con los resultados de la ENVI se amplía el abanico de factores relacionados con la evaluación de los espacios de la vivienda, porque no es solo un cálculo estadístico, sino una necesidad explícita de quien reside, lo que necesariamente se deberá considerar en el diseño de las viviendas (por ejemplo, los espacios para personas con discapacidad y otro tipo de acciones de mejoramiento y ampliación).
- Con el apartado de ‘Satisfacción’, la ENVI aporta elementos para analizar la relación de las condiciones físicas y de las características culturales, tanto del hogar como del hábitat, que pueden ayudar a evaluar los avances en materia de adecuación cultural de la vivienda.
- La ENVI aporta información con la que se pueden establecer correlaciones entre elementos físicos y psicosociales, favoreciendo la generación de un sinfín de oportunidades de investigación multidisciplinaria para las ciencias sociales, el diseño y la gestión habitacional.
- Pone el desfase entre la medición del rezago y la necesidad de construcción de otros indicadores en el centro de la discusión, pero también el de la generación de información adicional desde el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
- El contar con los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, la evaluación realizada por el Coneval de los programas federales vinculados al derecho a la vivienda y ahora la ENVI, representa una importante oportunidad para el desarrollo de análisis profundos sobre las propias políticas habitacionales, confirmando, también, la orientación del Programa Nacional de Vivienda en torno al desafío de lograr garantizar el derecho humano a la vivienda adecuada en México, enfocado en la demanda y en las necesidades de la población.
Notas
1 El artículo 2o de la Ley de Vivienda establece que “se considerará vivienda digna y decorosa la que cumpla con las disposiciones jurídicas aplicables en materia de asentamientos humanos y construcción, salubridad, cuente con espacios habitables y auxiliares, así como con los servicios básicos y brinde a sus ocupantes seguridad jurídica en cuanto a su propiedad o legítima posesión, y contemple criterios para la prevención de desastres y la protección física de sus ocupantes ante los elementos naturales potencialmente agresivos”.
2 Vivienda adecuada significa: “disponer de un lugar donde poderse aislar si se desea, espacio adecuado, seguridad adecuada, iluminación y ventilación adecuadas, una infraestructura básica adecuada y una situación adecuada en relación con el trabajo y los servicios básicos, todo ello con un costo razonable”. La vivienda adecuada debe reunir, como mínimo, los siguientes criterios: “la seguridad de la tenencia, disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura, asequibilidad, habitabilidad, accesibilidad, ubicación y adecuación cultural” (ONU, 1991).
3 El objetivo general establecido en el Programa Nacional de Vivienda es: garantizar el ejercicio del derecho humano a la vivienda adecuada con la participación de los diferentes actores públicos, privados y sociales, a través del rediseño del marco institucional y el desarrollo de esquemas financieros, cuyo enfoque planeado e integrado al territorio prioriza la atención al rezago habitacional y a la población históricamente discriminada (Sedatu, 2021).
4 En el análisis se omiten las 94 938 viviendas que pertenecen a las clases de vivienda particular: “Local no construido para habitación”, “Vivienda móvil” y “Refugio”, debido a que la Conavi los considera como hogares censales con necesidad de vivienda (Conavi, 2021).
Referencias
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Molar Orozco, M. E. y Aguirre Acosta, L. I. (2013). ¿Cómo es la habitabilidad en viviendas de interés social? Caso de estudio: fraccionamientos Lomas del Bosque y privadas La Torre en Saltillo, Coahuila, RICSH Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, vol. 2, núm. 4. 26 pp. https://www.redalyc.org/pdf/5039/503950746004.pdf
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