El concepto de financiarización de la vivienda ha tomado fuerza en tiempos recientes en tanto se considera que impacta negativamente en materia medioambiental, económica y de derechos humanos. Este texto busca reducir el vacío de información existente en México mediante un análisis de la evolución de la oferta y la demanda de vivienda para demostrar el proceso de financiarización que atraviesa el país. Los resultados revelan una creciente desconexión entre la oferta y demanda, que aleja a los buscadores de hogar de cumplir su derecho humano a una vivienda adecuada y sirve más a los inversionistas que buscan rendimientos en propiedades.
La crisis financiera internacional de 2008 propició el estudio crítico de los mercados de bienes raíces. En años recientes, una línea enfocada en el derecho humano a la vivienda adecuada, el estudio de la financiarización de la vivienda —comprendida como “los cambios estructurales … que han dado lugar a que la vivienda se considere una mercancía, una forma de acumulación de riqueza, y a menudo una garantía de los instrumentos financieros” (Farha, 2017)—, ha tomado fuerza con el respaldo de académicas como Raquel Rolnik, Stephen Stiglitz, Saskia Sassen, Leilani Farha, David Madden, David Harvey y Peter Marcuse.
El trabajo de estas y estos especialistas ha mostrado que la financiarización de la vivienda produce impactos negativos inmensos en materia medioambiental, económica y de derechos humanos. Sin embargo, aún existe un vacío de información sobre los mercados de vivienda, por lo que sus hallazgos no se han traducido en las acciones contundentes necesarias para la protección del derecho humano a la vivienda adecuada.
Este texto busca aportar a la disminución del vacío de información en México analizando la evolución de la oferta y demanda de vivienda para demostrar el proceso de financiarización que atraviesa el país. La investigación se sirve de datos abiertos y públicos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del Registro Único de Vivienda (RUV), del Sistema Nacional de Información e Indicadores de Vivienda (SNIIV) y de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) para este fin. Los resultados revelan que la producción de vivienda nueva, y los precios de la existente, cada vez se separan más de la demanda y capacidad adquisitiva de quienes buscan un hogar para vivir, para servir a la demanda de quienes buscan invertir en viviendas como vehículo de utilidades.
El concepto de financiarización de la vivienda
El mayor reto al elaborar una genealogía del concepto financiarización de la vivienda es que fue desarrollado a la sombra de otro más longevo y general, el de financiarización, el cual hunde sus raíces en el igualmente maduro concepto de mercantilización o comodificación.
Algunos autores sitúan el nacimiento de la financiarización de la vivienda como fenómeno global durante la década de 1970 (Perucca, Freeman y Farha, 2023), por lo que su estudio aborda una cadena de sucesos relativamente recientes, postulando una categoría analítica más joven y específica.
Manuel Aalbers, de origen belga, es un importante exponente en el estudio general de la financiarización. Junto con Rodrigo Fernández ha estudiado sus efectos en la vivienda, aun cuando su enfoque es más amplio. En 2015 escribió una entrada definiendo la financiarización en la Enciclopedia Internacional de Geografía, la cual actualizó con una segunda edición en 2019 (Aalbers, 2019).
En lugar de proponer un molde milimétrico, Aalbers demarca la financiarización con los siguientes atributos:
- se trata de un proceso históricamente recurrente que indica el decaimiento de poderes hegemónicos;
- está vinculado con la emergencia de instituciones financieras distintas a los bancos;
- en sentido estricto habla de la dominancia económica del sector financiero;
- donde diversos sectores que tradicionalmente no son financieros se ven cada vez más dominados por narrativas, prácticas y métricas propias del sector financiero;
- donde el resultado es la asetización:1 la transformación de un rango amplio de mercancías (commodities) en activos financieros comerciables —este punto siendo aquel donde diversos estudiosos confunden los fenómenos de mercantilización y financiarización cuando, en realidad, uno antecede al otro—;
- incluyendo la financiarización del Estado, sector público y sus servicios, y un rango amplio de otros sectores;
- y que, como consecuencia última, resultan en la financiarización de los hogares, refiriéndose a que las motivaciones, lógicas, y métricas del sector financiero dominan la manera en la que los individuos y los hogares son evaluados y la forma en la que estos toman decisiones (Aalbers, 2019).
Para la financiarización de la vivienda como concepto específico, el texto seminal —no por ser el primero, sino por haber delineado el marco epistemológico desde donde se estudia el fenómeno— es La guerra de los lugares, de la brasileña Raquel Rolnik (2015), quien fungió como reportera especial de la Oficina del Alto Comisionado sobre Derechos Humanos de la ONU.
[la financiarización de la vivienda es] un largo proceso de deconstrucción de la vivienda como un bien social y su transformación en una mercancía y activo financiero […] la invasión del sector de vivienda por parte del sector financiero no representa la mera apertura de otro campo para el capital de inversión. Es, de hecho, una forma peculiar de almacenamiento de valor, en la medida en que relaciona la macroeconomía con los individuos y familias, y permite, a través de mecanismos de financiamiento, la interconexión de muchos actores centrales del sistema financiero global —como los fondos de pensiones, los bancos de inversión, la banca en la sombra, instituciones crediticias e instituciones públicas—.
Partiendo del trabajo de Rolnik, su sucesora a cargo de la relatoría, Leilani Farha, elaboró un reporte para la Asamblea General de las Naciones Unidas publicado en 2017, donde construyó una definición más específica:
La financiarización de la vivienda se refiere a los cambios estructurales en los mercados de la vivienda y financieros y en la inversión mundial que han dado lugar a que la vivienda se considere una mercancía, una forma de acumulación de riqueza y a menudo una garantía de los instrumentos financieros que se comercializan y venden en los mercados mundiales […] La vivienda y la propiedad inmobiliaria comercial se han convertido en el “producto de elección” de las finanzas corporativas, y las empresas y los fondos financieros se están apropiando de la vivienda y los bienes inmuebles en muchas ciudades a un ritmo impresionante.
Evidencias de la financiarización de la vivienda en México: cambios en la producción
El Registro Único de Vivienda (RUV) es la fuente más amplia y públicamente disponible de estadística sobre producción y precios de la vivienda en México. El registro de las unidades habitacionales en esta plataforma es obligatorio para que estas puedan ser objeto de financiamiento a través del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
El RUV distingue entre el registro de viviendas y la producción de nuevas unidades, por lo que es posible consultarlo específicamente para conocer la cantidad de viviendas nuevas y su tipología por metros cuadrados o rangos de precio con base en el Código de Edificación de Vivienda (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano [Sedatu], 2017).
En la última década, la producción de vivienda se transformó: la vivienda más barata, clasificada como Económica “A”, Popular “B1” y Popular “B2” desapareció casi por completo de la estadística de producción. En cambio, la vivienda Popular “B3” duplicó su proporción antes de desplomarse en 2023. La categoría de vivienda tradicional “C” pasó de representar 22.14% a acumular 47.47% en 2023, y la vivienda media triplicó su porcentaje para pasar de 6.26% en el bienio 2013-2014 a 19.27% en el bienio 2021-2022.
En esta década se han cimentado tres tendencias claves en el comportamiento de la producción de vivienda:
- la proporción de viviendas construidas en estratos más caros es cada vez mayor;
- se ha reducido considerablemente la diversidad en la producción: en 2013 y 2014, la vivienda Popular “B3”, Tradicional “C” y Media “D” representaron 72.4% de la producción, pero en 2023 representaron 93.19%;
- se observa una tendencia hacia la reducción considerable en el número de unidades producidas por bienio.
Además de la reducción en unidades totales, las siguientes dos gráficas muestran una reducción en el capital dedicado al sector, el cual disminuyó de manera acelerada a partir del bienio 2015- 2016. La cantidad de viviendas construidas cayó 44% hasta el bienio 2021-2022, mientras que el capital inmobiliario involucrado en el proceso de construcción de viviendas2 cayó solamente 23% en el mismo período.
La caída de menor magnitud del capital inmobiliario comparada con la disminución en el total de unidades de viviendas construidas en el mismo período podría ser paralela a un sostenimiento de las utilidades generadas a partir de la construcción y venta de vivienda, especialmente ante un aumento sostenido y exponencial de los precios de las viviendas.
En suma, las tres tendencias ya mencionadas son evidencia de una oferta cada vez menor, que ha favorecido la construcción de unidades más caras, y que ha reducido la diversidad de opciones disponibles. Aun así, para comprender la interacción entre la oferta y la demanda es clave la información sobre el comportamiento de precios.
Un aumento de precios en la vivienda que no puede explicarse desde la demanda
Con frecuencia se argumenta que la inflación explica el aumento en los precios de la vivienda. Sin embargo, una revisión del índice de Precios de la Vivienda (IPV) y el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) —el cual, de hecho, también pondera el precio de la vivienda— muestra que los precios generales se duplicaron entre 2005 y 2023, mientras que los precios de la vivienda se triplicaron.
Otro argumento utilizado para justificar el cambio en la composición de la oferta de vivienda construida en México es que esta responde a cambios en la demanda de vivienda en el país. Por ello, analizamos la demanda potencial de vivienda por parte de los hogares, de acuerdo con el tipo de vivienda que sería asequible según los ingresos corrientes que tienen.
Básicamente, en este análisis se define como vivienda asequible para un hogar aquella cuyo pago mensual de hipoteca no excedería un tercio de sus ingresos corrientes totales,3 según los datos de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, que levanta el Inegi de forma bianual.
Los resultados muestran que, en 2023, para 40% de los hogares en México solo serían asequibles las viviendas de la categoría Económica (A), de acuerdo con el Código de Edificación de Vivienda (2017), otro 4% más podría acceder a una vivienda en la categoría Popular B1, 12% más de la población a la categoría Popular B2, y 13% a la Popular B3. Por su parte, solo para 21% de los hogares sería asequible una vivienda categorizada como Tradicional (C), 9% vivienda Media (D), 2% vivienda Residencial (E) y, por último, solo 0.4% de la población podría pagar una hipoteca de una vivienda Residencial Plus E+ (imperceptible visualmente en la gráfica que sigue).
Dicho análisis de la demanda potencial de vivienda en el país por parte de los hogares cobra mayor relevancia cuando se contrapone con la oferta de vivienda construida. En general, este análisis encuentra que para los hogares más pobres del país, la oferta de vivienda construida es prácticamente inalcanzable. También se concluye que el porcentaje de viviendas construidas en categorías de precios más altas es mayor al porcentaje de hogares con el ingreso suficiente para adquirirlas.
Por ejemplo, si bien, para 40% de los hogares en México solo sería accesible una vivienda categoría Económica, la realidad es que, según el Registro Único de Vivienda, solo 0.3% de las viviendas construidas en lo que va de 2023 se encuentran dentro de ese rango de precios. Dicho de otra forma, sería 133 veces mayor el porcentaje de hogares con demanda potencial de vivienda Económica, frente al porcentaje de viviendas construidas en México durante 2023 de dicha categoría.
Dicho análisis de la demanda potencial de vivienda en el país por parte de los hogares cobra mayor relevancia cuando se contrapone con la oferta de vivienda construida. En general, este análisis encuentra que para los hogares más pobres del país, la oferta de vivienda construida es prácticamente inalcanzable. También se concluye que el porcentaje de viviendas construidas en categorías de precios más altas es mayor al porcentaje de hogares con el ingreso suficiente para adquirirlas.
Por ejemplo, si bien, para 40% de los hogares en México solo sería accesible una vivienda categoría Económica, la realidad es que, según el Registro Único de Vivienda, solo 0.3% de las viviendas construidas en lo que va de 2023 se encuentran dentro de ese rango de precios. Dicho de otra forma, sería 133 veces mayor el porcentaje de hogares con demanda potencial de vivienda Económica, frente al porcentaje de viviendas construidas en México durante 2023 de dicha categoría.
Discusión y conclusiones
La tendencia histórica en la producción y en el poder adquisitivo de los hogares demuestra que cada vez existen menos opciones para los deciles más pobres del país, un mercado muy competido para los deciles medios, y condiciones de inversión para los deciles con mayores ingresos.
La construcción de vivienda alcanzó su nivel más bajo de la última década, mientras que dicha producción se concentra cada vez más en viviendas de rangos de precio más elevados y en categorías menos diversas.
Sin embargo, el comportamiento de los precios, con un alza mucho mayor a la inflación, demuestra que existe un comprador para las viviendas producidas en categorías de precio alto. La financiarización de la vivienda ofrece una explicación plausible a este comportamiento, pues apunta a que los sectores con mayor poder adquisitivo compran más viviendas a manera de inversión —y estimulan una producción a la medida de ese patrón de consumo—.
Nuestros resultados evidencian que la producción de vivienda no corresponde con la demanda del país conformada por aquellas personas que buscarían adquirir unidades de vivienda para habitarlas. Queda, entonces, la siguiente interrogante: ¿quiénes compran la vivienda que sí se produce, si no son los hogares que la requieren para vivir, manteniendo así el nivel de precios?
Finalmente, el historial económico demuestra la ausencia del Estado, tanto en la regulación del tipo de vivienda que se requeriría construir en el país para atender el déficit de vivienda identificado (Infonavit, 2023) como en la producción de vivienda asequible para el 40% más pobre del país.
Dentro de este análisis, existe una “cifra negra” difícil de estimar referente a la cantidad de viviendas que no se inscriben en el RUV. Esta cifra puede contener viviendas comercializadas únicamente a través de personas morales, viviendas autoproducidas, viviendas sin las condiciones de ley necesarias para ser financiadas por el Infonavit, y productores que deciden excluir esta opción de financiamiento en sus productos.
Sobre las posibles mejoras futuras a este procedimiento de estimación de la capacidad adquisitiva, habría que decir que se consideró la totalidad de hogares, incluso a los hogares propietarios de la vivienda que habitan. Es decir: el análisis no se acotó a hogares que alquilan, hogares que cuentan con empleo formal e Infonavit/Fovissste u hogares con jefaturas de personas jóvenes, por ejemplo. En realidad, solo uno de cada cinco hogares cuenta con un miembro afiliado al Infonavit y no todos los afiliados contribuyen activamente al fondo.
Además, en el cálculo no se toma en cuenta el esfuerzo económico requerido para pagar el enganche de un crédito hipotecario. En todo caso, estos límites tienen como consecuencia datos más optimistas en cuanto a la estimación del poder adquisitivo de los hogares, y creemos que un cálculo detallado demostraría una capacidad incluso menor.
Una línea de estudio apremiante derivada de las conclusiones aquí expuestas es la evaluación del involucramiento del sector financiero y de las personas morales como inversionistas en bienes raíces residenciales. Esta se ve impedida por la mala disponibilidad de datos públicos sobre el sector.
Cabe mencionar que no fue posible obtener la base de datos del RUV en su estado original (sin manipulaciones, agrupación o reclasificación de datos) mediante solicitud ante las dependencias públicas que la poseen, por lo que fue necesaria su reconstrucción manual con base en el portal oficial. Idealmente, las instancias ante las cuales se solicitó debieron entregar la base de datos sin alteraciones y en formato de datos abiertos de acuerdo con los principios de transparencia.
Entre las versiones públicas disponibles, el equipo verificó que los datos muestran inconsistencias importantes que las vuelven inutilizables para estos fines. Estos puntos permiten afirmar que la calidad de la información pública sobre la vivienda es mala, y que es necesario desarrollar este ámbito para poder realizar análisis más complejos.
Notas
1. Del inglés asset: activo financiero.
2. Se estima el capital inmobiliario total involucrado en el proceso de construcción a partir del total de unidades de vivienda construidas por categoría, multiplicado por el precio promedio de las viviendas en cada categoría.
3. Más detalles de esta definición y operacionalización del cálculo en la Nota metodológica al final.
Referencias
Aalbers, M. B. (2017). Corporate Financialization. Entrada en International Encyclopedia of Geography: People, the Earth, Environment and Technology (eds. D. Richardson, N. Castree, M.F. Goodchild, A. Kobayashi, W. Liu y R.A. Marston). https:// doi.org/10.1002/9781118786352.wbieg0598
Farha, L. (2017). Informe de la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada como elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el derecho de no discriminación a este respecto. Asamblea General de las Naciones Unidas. https://undocs.org/es/A/HRC/34/51
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Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (2015). Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2014 [en línea]. https://www.inegi.org.mx/programas/enigh/nc/2014/
Inegi (2017). Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2016 [en línea]. https://www.inegi.org.mx/programas/ enigh/nc/2016/
Inegi (2019). Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2018 [en línea]. https://www.inegi.org.mx/programas/ enigh/nc/2018/
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Inegi (2023). Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2022 [en línea]. https://www.inegi.org.mx/programas/ enigh/nc/2022/
Inegi (2023a). Índice Nacional de Precios al Consumidor [en línea]. https://inegi.org.mx/app/indicadores/?tm=0&t= 10000215#D10000215#D628194
Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) (2023). Reporte Anual de Vivienda. https:// portalmx.infonavit.org.mx/wps/wcm/connect/2fa030a0-8cc2-4dc7-89eb-43a745061e13/2023_09_22_B06E_ ReporteAnualdeVivienda2023.pdf?MOD=AJPERES
Perucca, J., Freeman, S. y Farha, L. (2023). The True Cost of Financialization: Housing, Human Rights and Climate Change. Journal of City Climate Policy and Economy 2(1). https://doi.org/10.3138/jccpe-2023-0201
Registro Único de Vivienda (2023). Información Estratégica / Cifras Básicas RUV [en línea]. https://portal.ruv.org.mx/index.php/ cifras-basicas-ruv/
Rolnik, R. (2015) Guerra dos lugares: a colonização da terra e da moradia na era das finanças. Boitempo.
Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) (2017). Código de Edificación de Vivienda [3.a edición]. https:// www.gob.mx/inafed/documentos/codigo-de-edificacion-de-vivienda-3era-edicion
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