La asistencia técnica en los procesos tanto de construcción como de mejora, sobre todo para las familias de bajos ingresos, es esencial para lograr viviendas adecuadas y elevar la calidad de vida en hogares con rezago habitacional. Los daños ocasionados por los sismos de los recientes años han dejado en evidencia su importancia. Sin embargo, aún persiste cierta resistencia en algunos sectores, ya que perciben este servicio como un proceso largo, complejo y costoso. En este artículo se abordan diferentes desafíos y mitos a este respecto.
La asistencia técnica es un servicio de acompañamiento que se proporciona a las personas que van a construir, mejorar o ampliar su casa. Su objetivo es garantizar la calidad, seguridad y habitabilidad de las viviendas y lograr que se aprovechen mejor los recursos. Consiste en realizar diferentes actividades junto con la familia para escuchar sus necesidades y proporcionar información de manera pedagógica que respalde la toma de decisiones informadas respecto de su vivienda.
Investigadores de Hábitat para la Humanidad Internacional (HPHI), en un estudio con 83 microfinancieras de todo el mundo, concluyeron lo siguiente:
La asistencia técnica parece sumar valor a los préstamos de microfinanzas para vivienda en cuanto a la calidad de la construcción y el impacto social, y también aumenta la fidelidad de los clientes y ofrece una ventaja competitiva respecto a otras instituciones. No obstante, es exigente en lo relativo a la logística, requiere habilidades especializadas, de capacitación a nivel institucional y de una considerable inversión en tiempo para prestar el servicio y supervisarlo (2016).
En México se ha acumulado una vasta experiencia en la prestación de asistencia técnica a personas de bajos ingresos.1 Sin embargo, aún perdura cierta resistencia en algunos sectores debido a la percepción de que es un proceso largo, complejo y costoso. En los siguientes párrafos se desmiente un mito relacionado con este servicio y se exponen cinco retos pendientes.
Mito: “No es necesaria”
La relevancia de la asistencia técnica nunca fue tan evidente como en los sismos ocurridos en México durante 2017, en los cuales se observaron marcadas diferencias entre las viviendas que resistieron los terremotos (atribuibles a construcciones adecuadas), y aquellas que fallaron debido a problemas estructurales prevenibles2 (Sánchez, 2021; Silva, 2019).
No debemos esperar a que ocurra el próximo terremoto para saber qué viviendas se encuentran en riesgo. La Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2020, aportó los primeros datos oficiales: 61% de las viviendas propias habitadas del país reportaron al menos un problema estructural (Vega, 2021). Si desglosamos los datos según el tipo de adquisición de vivienda —asumiendo que es menos frecuente que las viviendas autoproducidas cuenten con asistencia técnica—3 tenemos que las viviendas autoproducidas son más susceptibles de presentar problemas estructurales (65.3%) en comparación con aquellas que fueron compradas (53.7%)4 (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores [Infonavit], 2021). Aunque la diferencia porcentual no parece significativa, en los datos absolutos vemos que, de las viviendas particulares habitadas (VivPH) que reportaron problemas estructurales, el doble es de autoproducción (8.8 frente a 4.4 millones).
La ENVI también reflejó problemas de habitabilidad generalizados. Más de la mitad de los hogares (65.6%) no está muy satisfecha con la calidad de pisos, muros y techos; asimismo, cuatro de cada 10 viviendas no protegen adecuadamente a sus residentes contra el frío, el calor, la lluvia y el viento; y una tercera parte no está totalmente satisfecha con la iluminación y la ventilación natural (Inegi, 2020).
Algunos estudios en campo aportan evidencias sobre la relevancia de contar con asistencia técnica para prevenir y mejorar estos problemas. Tamés (2012)5 encontró que la asistencia contribuía a aumentar la seguridad estructural en las viviendas, a diferencia de aquellas que no la recibieron.
Por su parte, la organización Mejoremos,6 en un estudio que hizo para diagnosticar la frecuencia de problemas estructurales y de habitabilidad que presentaban las viviendas existentes que intervino entre 2016 y 2018 —construidas inicialmente sin asistencia— encontró al menos un problema importante a resolver en 86% de ellas7 (Mejoremos, 2021).
Estos datos subrayan la necesidad apremiante de fortalecer el parque habitacional existente para resistir mejor los desastres naturales, los cuales, lamentablemente, continuarán incrementándose tanto en frecuencia como en intensidad. Un programa de esta naturaleza será más eficiente y menos costoso que cualquier otro de reconstrucción, sin mencionar las vidas que se pueden salvar.
Reto 1: “Los procesos son muy largos y costosos”
La asistencia técnica es un servicio que se ha vinculado con programas de vivienda, productos de microfinanciamiento y con modelos orientados al desarrollo comunitario. Según el esquema al que se asocia puede cumplir diferentes roles, como supervisar la adecuada aplicación de subsidios, añadir valor a productos de microfinanciamiento, y como vehículo para involucrar a las familias en procesos de empoderamiento y desarrollo comunitario. Esto significa que el acompañamiento no se limita a soluciones técnicas, sino que abarca desde la gestión de recursos hasta la finalización de la obra y el pago del crédito, por lo que ahora se le denomina también asistencia integral.
Las diferencias entre los objetivos y alcances del acompañamiento técnico que ofrecen las diferentes organizaciones generan confusión y malentendidos, lo que a menudo se traduce en procesos percibidos como largos, complejos y costosos. Por lo tanto, es crucial distinguir entre las actividades destinadas específicamente a mejorar la calidad de la vivienda y aquellas que buscan cumplir otros fines. Entender los diferentes objetivos que se le asignan a la asistencia técnica facilitará determinar para cuáles de ellos es válido invertir más tiempo y recursos (por ejemplo, en procesos de empoderamiento y desarrollo de la comunidad), y cuáles deben simplificarse para hacer más eficientes los procesos (como las tareas administrativas y de control). La asistencia técnica, con el único objetivo de mejorar la calidad del parque habitacional, puede y debe ser un ejercicio práctico.
Reto 2: “La logística es compleja”
Atender y supervisar obras dispersas presenta un desafío logístico, especialmente si los plazos son ajustados. Sin embargo, estas dificultades pueden enfrentarse con al menos dos estrategias:
- Agrupar acciones: se pueden juntar obras cercanas geográficamente en “paquetes” de 10 a 20 casos para hacer recorridos más eficientes y optimizar la logística de supervisión.
- Usar tecnología: durante la pandemia constatamos que la tecnología posibilitó la supervisión a distancia. No obstante, es esencial que el diagnóstico inicial se realice de manera física y presencial, ya que los asesores entrenados pueden identificar problemas que las familias no.
Reto 3: “Se requieren habilidades especializadas”
Otorgar asistencia técnica requiere de habilidades especiales que no suelen enseñarse en las escuelas de arquitectura. A pesar de su nombre, la asistencia técnica es un ejercicio social, porque el éxito de la implementación está en la interacción entre la o el asesor y la familia autoproductora.
En el estudio de los efectos de la asistencia técnica citado anteriormente se encontraron diversas formas de involucrar a las familias. Estas iban desde sesiones con un asesor por familia hasta talleres colectivos para concientizar sobre cuestiones de habitabilidad y de vivienda sustentable. Los mejores resultados no dependían del formato de atención, sino de los procesos donde las familias participaban activamente y tomaban las decisiones (Tamés, 2012).
El éxito de los procesos es un tema conceptual de fondo que depende de las habilidades sociales, y no de formato o metodología: en una entrevista con una familia, una o un arquitecto podría imponer sus ideas y en un taller llegar simplemente a informar requisitos. Ninguno de los dos tendrá el resultado que se busca. Por el contrario, una o un arquitecto con entrenamiento sabrá guiar la conversación con las familias para escucharlas y conocer sus necesidades, y así explicarles qué cuestiones técnicas deben considerar para tomar mejores decisiones. Un taller diseñado de forma en que motive a las personas a reflexionar sobre los diferentes temas que deben considerar al momento de construir puede transmitir información de manera pedagógica para que, después, ellas tomen mejores decisiones.
Como se aprecia, lo importante es encontrar asesores con la actitud de servicio (habilidades sociales) necesaria para participar en estos procesos, ya que las aptitudes (conocimientos técnicos) se pueden adquirir con entrenamiento.
En cuanto a los conocimientos técnicos, a menudo se subestima la complejidad de las intervenciones y, para hacerlas menos costosas, se delegan en estudiantes sin experiencia. Afortunadamente se han dado pasos importantes en la formación de las aptitudes técnicas. Por ejemplo, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) desarrolló un programa de capacitación para asesores y creó el Sistema Estadístico Conavi (Siesco), una plataforma donde se pueden consultar documentos relacionados con normativas, habitabilidad, seguridad estructural y diseño bioclimático, incluyendo una herramienta para elegir ecotecnologías según la región bioclimática.8
Para fortalecer las capacidades de los asesores que participan en el programa ConstruYo,9 el Infonavit desarrolló un curso de capacitación y una herramienta tecnológica de diagnóstico para identificar problemas estructurales y de habitabilidad, así como un simulador de costos para que las familias puedan estimar el costo de su proyecto.10 Estas herramientas presentan una alternativa a la visita de un experto, a la vez que simplifican y facilitan el trabajo técnico en campo, garantizando que cualquier persona con una capacitación sencilla pueda llevar a cabo un diagnóstico correcto y un presupuesto fácilmente.
Por último, la Coordinación Nacional de Autopro-ducción ha desarrollado la plataforma Decide y Construye,11 que ofrece directamente a las familias guías, tutoriales y consejos para llevar a cabo sus obras correctamente. Esta iniciativa democratiza la información y brinda asistencia técnica de calidad a las familias a través de la tecnología, sin necesidad de cumplir con requisitos específicos para acceder a programas públicos o créditos.
Reto 3: “Se requieren habilidades especializadas”
Según datos oficiales de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) (2021), existen 8.5 millones de viviendas en situación de rezago en el país. Adicionalmente, es crucial asegurarse de que las 13.8 millones de ampliaciones de vivienda que se van a realizar en los próximos años12 tengan los estándares de calidad que las alejen de este rezago. Frente a este volumen existen hoy no más de 900 asesores técnicos registrados en los diversos programas de crédito y asesoría ofrecidos por los Organismos Nacionales de Vivienda (Onavi) (Sedatu, 2021) y, a pesar de los avances en su fortalecimiento, la mayoría de las acciones de la Conavi en los últimos años se han implementado en programas que no requieren asistencia técnica.13
Por tanto, debemos pensar de manera innovadora, ya que es poco probable que alcancemos la escala necesaria siguiendo el mismo enfoque empleado hasta ahora: sujetando a las familias a cumplir con un perfil específico. A continuación algunas propuestas.
Innovar y ampliar los modelos de atención
En 2007, la Coordinación de Producción Social de Vivienda14 creó el registro de Desarrolladores Sociales de Vivienda (DSV) para identificar actores a nivel nacional que brindaran asistencia técnica. Inicialmente se les asignó la responsabilidad de supervisar la calidad de las obras y el uso de recursos, permitiéndoles desarrollar sus propios procesos y herramientas. Sin embargo, a raíz de una evaluación de los resultados poco exitosa, poco a poco se fueron endureciendo los controles y se introdujeron las verificaciones externas, hasta que se llegó a estandarizar por completo el modelo de atención, pero se perdieron los diferentes modelos que se habían desarrollado.15 Si bien es importante controlar la calidad, hay que reflexionar sobre cómo garantizarla sin desalentar la innovación.
Hay tres modelos que merecen mención en este sentido, dos ya existen y el otro es una propuesta:
1. Cooperativas de ahorro y préstamo subcontratan la asistencia técnica externa a un precio asequible para sus miembros. Este modelo obtuvo excelentes resultados en términos de satisfacción del cliente debido a que los valores y la participación comunitaria giraban en torno a la cooperativa y, además, tenía el costo más accesible de todos los modelos analizados (Fivase, 2014). La debilidad del modelo es que la calidad de las viviendas no podía garantizarse, ya que dependía de cada arquitecto. Lo cual es fácilmente superable con las herramientas y programas que tenemos en la actualidad.
2. El sector privado reconoce la necesidad de otorgar asistencia técnica. El programa Patrimonio Hoy de Cemex ha atendido a más de 650 000 familias (Cemex, 2023). Este programa se ofrece en tiendas de materiales como un servicio de valor agregado para aumentar las ventas de materiales de construcción. No se encontró una evaluación cualitativa del programa.
3. No existe un modelo que se centre en apoyar y fortalecer a los asesores técnicos para que su actividad se convierta en una fuente de empleo segura, constante y, por lo tanto, sostenible. Para garantizar la sostenibilidad financiera de las organizaciones y empresas que otorgan asesoría es crucial que operen con volumen suficiente, en un territorio acotado y, sobre todo, con constancia. No todas las familias con problemas en sus viviendas tienen bajos ingresos. Al facilitar la atención de una demanda abierta con diversos esquemas de financiamiento, el ejercicio de los asesores técnicos podría ser más sostenible. Este modelo podría considerar la satisfacción de las familias como un indicador primordial, con un sistema de evaluación a través de redes sociales, donde se calificaría públicamente el trabajo de los asesores al final de cada intervención, motivando así a los asesores a hacer un buen trabajo.Más adelante se propone un índice sencillo para verificar la calidad de la vivienda.
Es fundamental destacar que no existe un único modelo correcto para proporcionar asistencia técnica. Ante la demanda que enfrentamos y las condiciones tan diversas que existen en el país, entre más modelos de atención podamos fortalecer, más oportunidad tendremos de atender la diversidad y alcanzar la escala necesaria. En lugar de debatir sobre la “manera correcta” de otorgar asistencia, deberíamos enfocarnos en los resultados. Esto implica evaluar los programas con base en la satisfacción de las familias y la calidad de las viviendas, y no en términos cuantitativos. Lo importante es que las familias tengan la libertad de elegir bajo qué modelo quieren satisfacer sus necesidades de vivienda.
Reto 5: Garantizar la calidad de la vivienda: de la medición del rezago a la vivienda adecuada
En las últimas décadas, los programas de mejoramiento16 se han enfocado en incidir en la mejora de los aspectos que hoy se toman en cuenta para medir el rezago habitacional, y es con base en este diagnóstico que se diseñan diferentes soluciones. Estas características son los materiales de pisos muros y techos,17 el hacinamiento18 y la presencia de excusado, y son comunes en las etapas iniciales de las viviendas. No obstante, nos encontramos en una etapa de consolidación del parque habitacional,19 y mientras los aspectos que hoy medimos tienden a mejorar con el tiempo —los materiales precarios pueden sustituirse, las viviendas pueden ampliarse para superar el hacinamiento, y los servicios básicos se van introduciendo conforme las colonias se consolidan—, otras características como los problemas de habitabilidad y la seguridad estructural persisten o se agravan al crecer la vivienda,20 a menudo a causa de falta de planeación y de conocimientos técnicos en la construcción.
De ahí la importancia de actualizar el indicador de rezago para que estos programas de mejora se centren en resolver los problemas que existen actualmente. Tomando como base los siete elementos de la vivienda adecuada de la ONU y algunas preguntas de la ENVI 2020, este indicador proporcionaría una visión más clara e integral de los problemas a abordar. Es necesario también evaluar el parámetro desde un enfoque de sustentabilidad, por ejemplo, revisando las clasificaciones de los materiales, y el acceso y uso eficiente de los recursos. Con ello, el indicador podría guiar los diagnósticos y ayudar a verificar las obras a su término.
En el caso de que los recursos disponibles no fueran suficientes para resolver todas las necesidades, la familia, acompañada por el asesor, elegirían las prioridades de atención. Esto evitaría soluciones prediseñadas y permitiría una atención más efectiva, al evitar procesos burocráticos y al fomentar la innovación de los organismos para alcanzar estándares de manera integral y flexible.
Reflexiones finales
La asistencia técnica es esencial en la mejora de la calidad de la vivienda y la satisfacción de las necesidades de las familias, especialmente en entornos de bajos ingresos. A pesar de los desafíos que enfrenta es evidente que esta ayuda es fundamental para garantizar la habitabilidad, la seguridad y la calidad de las viviendas, así como para responder a desafíos como los desastres naturales.
Asimismo, se desmiente el mito de que la asistencia técnica no es necesaria, al evidenciarse los problemas estructurales y de habitabilidad generalizados en las viviendas. Además, los cinco retos identificados en este texto resaltan la importancia de abordar de manera proactiva los obstáculos existentes. Para superarlos hay que innovar en modelos de atención, invertir en capacitación y profesionalización de asesores técnicos, y actualizar el parámetro para medir el rezago habitacional incluyendo aspectos de seguridad estructural y habitabilidad, para que sea sencillo y sirva de guía tanto para el diagnóstico como para la evaluación del resultado de cada acción.
Al simplificar los elementos de control y evaluación se puede lograr un enfoque más integral y flexible que permita a las familias y asesores identificar prioridades y avanzar de manera más efectiva en la mejora de las viviendas.
Para lograr una vivienda adecuada y mejorar la calidad de vida de las familias en situación de rezago habitacional es imprescindible considerar, valorar, fortalecer y consolidar los procesos, organizaciones y cuadros que prestan este servicio básico para la resiliencia de nuestros hábitats.
Notas
1. Desde la creación del Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo) en 1983, hasta la implementación de la Coordinación Nacional de Autoproducción en 2020, el gobierno federal, en mayor o menor medida, ha buscado fortalecer la autoproducción a través de procesos de asistencia técnica.
2. Por ejemplo, la incorrecta combinación de sistemas constructivos, la falta de liga entre los diferentes elementos, concretos colados con piedras de río y muros cortos, entre otros.
3. De las 8.4 millones de viviendas compradas, 41% se compró usada, por lo cual originalmente pudo haber sido autoproducida (Inegi, 2020).
4. Este porcentaje puede estar inflado por la presencia de humedades que se considera dentro de los problemas estructurales. Sin embargo, si eliminamos esa pregunta, los problemas estructurales graves rondan entre 40.8% (cuarteaduras y fisuras), 16.2% (deformaciones en marcos) y 10.8 % (deformaciones en columnas, vigas y trabes) (Inegi, 2020).
5. La muestra constó de 506 viviendas dentro del universo de 13 668 acciones (margen de error +/- 5%) que se llevaron a cabo en el programa de subsidios Esta es tu Casa de Conavi en 2010. Participaron 10 instituciones, de las cuales cinco otorgaban asistencia técnica y el resto solo financiamiento. Se eligió este período porque, al aplicarse las encuestas en 2012, era suficiente tiempo para evaluar los resultados de la intervención y porque aún no era obligatoria la asistencia técnica, lo que permitió tener un grupo de control con las organizaciones que no la otorgaban.
6. La organización Mejoremos otorga asistencia técnica a familias autoproductoras desde 2008. Más información disponible en www.mejoremos.mx
7. 1 948 viviendas existentes se intervinieron con acciones de mejoramiento, ampliación, reestructuración y sustitución de vivienda entre 2016 y 2018 (se excluyen viviendas nuevas) en Edomex, Hidalgo, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, en el marco de dos programas de la Conavi. Entre las viviendas financiadas a través del programa que atendía a población abierta con ingresos menores a cinco salarios mínimos, 43% de ellas tenía problemas de habitabilidad, y 11% de seguridad estructural. En el programa de reconstrucción postsismos de 2017, donde se atendieron las viviendas afectadas, era evidente que 87% presentó problemas estructurales. Llama la atención que adicionalmente, tres cuartas partes (74%) también tenían problemas de habitabilidad (Mejoremos, 2021). Esta información se encuentra en https://www.mejoremos.com.mx/blog-content/para-qu-necesitamos-la-asistencia-tcnica
8. Disponible en https://siesco.conavi.gob.mx/siesco/inicio.aspx
9. Nuevo prorgrama para atender a las familias autoproductoras. Más información en https://infonavitfacil.mx/category/que-credito-me-conviene/construye/constru-yo/
10. Un siguiente paso sería poner estas herramientas a disposición del público en general ya que, actualmente, están destinadas solo para acciones dentro del programa ConstruYo.
11. Disponible en https://decideyconstruye.gob.mx/
12. Según la ENVI 2020, 58.1% de los 233.9 millones de viviendas propias piensa construir o ampliar espacios en los próximos años (Inegi, 2020).
13 Desde 2021 y hasta septiembre de 2023, 83% de los subsidios de la Conavi se destinaron al Programa Emergente de Vivienda (PEV) y al Programa por una Mejor Vivienda (PMV), que no requieren de asistencia técnica y priorizan la entrega ágil de los recursos (datos obtenidos de los reportes trimestrales de los meses de diciembre para 2021 y 2022 y septiembre para 2023 de la Conavi).
14. Con el cambio en la Ley de Vivienda de 2006, donde se reconoció por primera vez a la autoproduccción, la Conavi estableció la Coordinación de Producción Social de Vivienda con la tarea de concebir una política para atender a las familias autoproductoras que no habían podido acceder a recursos públicos.
15. Los reportes trimestrales de los subsidios de la Conavi desde septiembre de 2021 hasta diciembre de 2022 manifiestan haber trabajado con cinco de las 74 entidades ejecutoras con convenio de adhesión vigente, y a partir de 2023 con ninguna. Reportes disponibles en https://siesco.conavi.gob.mx/siesco/reporte.aspx
16. Por ejemplo, el programa Piso Firme masivamente reemplazó los pisos de tierra por cemento, y el programa Un Cuarto Más o Cuarto Rosa, de la Sedatu, se diseñó para superar el hacinamiento. Actualmente el Programa Emergente de Vivienda (PEV) y el Programa por una Mejor Vivienda (PMV) se dirigen a las viviendas con carencias.
17. Se refiere a materiales de construcción deteriorados (material de desecho, lámina de cartón, palma, paja, bambú, carrizo, y embarro o bajareque), o regulares (lámina de asbesto o metálica, madera, tejamanil o teja).
18. Más de 2.5 personas por cuarto, según la Conavi.
19. Según la ENVI 2020, 58% de las viviendas se ampliará en los próximos años.
20. Como ejemplo: bloquear la luz y ventilación de los espacios anteriores, o al poner un segundo nivel en una vivienda sin un adecuado amarre entre los elementos, pone a la estructura en riesgo de colapso.
Referencias
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Fivase (2012). Participación del Comité de Producción Social de Vivienda en la Construcción de la Política de Producción Social de Vivienda. Documento sin publicar.
Fivase (2014). Análisis comparativo de los costos de vivienda rural en la modalidad de Autoproducción de Vivienda Asistida que se realizaron con el apoyo del Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo) y/o Programas Especiales
de Reconstrucción de Vivienda derivados de la ocurrencia de fenómenos naturales perturbadores o bien viviendas que se encontraban en zonas de riesgos versus los costos de las viviendas realizadas con subsidio proveniente del programa Esta es tu Casa operado por la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), durante el ejercicio 2013. Reporte final sin publicar.
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