La ENVI 2020 identifica el parque habitacional construido en el país, distinguiéndolo según la forma de adquisición. De esta forma, se encuentran familias que adquirieron su vivienda mediante compra –ya sea por sus propios medios o con un crédito– y otras que no la han adquirido. En este texto se destaca a las familias que, para hacerse de una vivienda, han recurrido a su propio esfuerzo de ahorro, de tiempo y de trabajo. A esto se le conoce como autoproducción y autoconstrucción, método mediante el cual, según los resultados de la ENVI 2020, se explica casi 57% de la vivienda del país.
En el pasado, la forma de construcción de la vivienda estaba a cargo de tres actores: el Estado, el mercado y la sociedad. No obstante, ha sido el mercado quien se ha encargado de difundir y comunicar que ha sido él quien ha conformado el parque habitacional del país. Pero, ¿es así la realidad de la vivienda en México? ¿Quién o quiénes han construido las viviendas en nuestro país? O, más bien, sería mejor preguntar sobre la forma en que estas se han adquirido.
La política habitacional de México y sus principales actores –gobierno y desarrolladores– han identificado su intervención a lo largo de los años como el resultado del hacer habitacional. Sin embargo, han olvidado identificar lo que hacen las y los habitantes, así como los grupos sociales, en este escenario.
Con los resultados de la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI) 2020 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi], 2021) se logran identificar dos formas de producir vivienda –un bien costoso y de larga vida, dicho sea de paso–. Por un lado están la producción y venta realizadas por los desarrolladores privados. Estos espacios, por lo general, suelen ser de dimensiones mínimas que no tienen la capacidad de crecer con el tiempo para adecuarse a las dinámicas familiares y que, para adquirirlos, se tiene el recurso necesario o se recurre a un crédito, lo que implica ser derechohabiente o sujeto de crédito.
Por otro lado está aquella que muestra sus huellas en todas las ciudades del país: en las colonias o barrios populares que, a través de los años, se transforman; suelo o terrenos que fueron vendidos y ocupados (para su posterior regularización) sin servicios básicos (que son gestionados e introducidos por los propios pobladores organizados), inicialmente con viviendas provisionales que, con el tiempo, se han ido consolidando y adecuando a las condiciones económicas de los integrantes de cada familia. A través de este proceso, unos años después, se tiene una vivienda progresiva que sigue creciendo, cuyas dimensiones están adecuadas al crecimiento y la dinámica de la propia familia y por la que no se tiene una deuda de crédito, en tanto se ha construido a partir del propio ahorro o colaboración familiar.
Esta manera, que se identifica como producción social de vivienda, ha sido vista con cierto desdén, pues se le ha identificado con un conjunto de irregularidades en el acceso al suelo adquirido, la ausencia de permisos, en un largo y malo proceso constructivo que termina siendo muy costoso. No se le ha visto como lo que realmente es: otra forma de producir vivienda y que explica gran parte de la realidad del país.
Este artículo pretende destacar los resultados de la ENVI 2020 a partir de identificar el universo total de viviendas, la forma de adquisición o no, y cuántas han sido construidas –ya sea para ser vendidas o para ser usadas– por medio de la autoproducción y la autoconstrucción.
A manera de hipótesis, se propone tomar como referencia el texto coordinado por Rino Torres y Roberto Eibenschutz (2006) titulado La producción social de la vivienda en México, donde se afirma que 62.91% de las viviendas en México “son producidas al margen de los sistemas financieros de los sectores público y privados”. La investigación realizada por los autores utilizó bases de datos y siguió un recuento histórico riguroso. Hoy, con los datos de la ENVI, podemos confirmar dicha afirmación.
Es necesario considerar que, hasta el 2018, la política de vivienda fue una de financiamiento para que los desarrolladores colocaran su producto habitacional a través de créditos para la población que podía pagarlo.
Un proceso de reconocimiento
Antes que nada, es necesario definir los dos términos que se han llegado a usar como sinónimos para denostarlos y descalificarles frente al hacer privado. Y aunque no es el tema de estas líneas, es importante no olvidarlo y señalar que la autoproducción y la autoconstrucción no son lo mismo. Estos términos identifican la actuación habitacional que las y los pobladores (relacionados con su núcleo familiar o con su núcleo comunitario) emplean frente a la forma de adquirir su vivienda.
Según la Ley de Vivienda (art. 4, 2019), se entiende por:
- Autoproducción de vivienda: el proceso de gestión de suelo, construcción y distribución de vivienda bajo el control directo de sus usuarios de forma individual o colectiva, la cual puede desarrollarse mediante la contratación de terceros o por medio de procesos de autoconstrucción.
- Autoconstrucción de vivienda: el proceso de construcción o edificación de la vivienda realizada directamente por sus propios usuarios, en forma individual, familiar o colectiva.
Cabe señalar que el tema de la vivienda no solo es complejo por sí mismo, sino también en tanto interfieren dinámicas y actores diversos. Hay que pensar, por ejemplo, que no solo debería existir la política habitacional –misma que debería estar vinculada a una política de suelo, en clara relación con una política de desarrollo urbano–, sino integrar suelo, vivienda, desarrollo urbano, cuidado del medioambiente y financiamiento. Pero, por otro lado, es necesario considerar que, hasta el 2018, la política de vivienda fue una de financiamiento para que los desarrolladores colocaran su producto habitacional a través de créditos para la población que podía pagarlo.
Ahora, este modo de reconocer “la otra parte del hacer habitacional” es una situación que han venido planteando, no de hoy, sino desde hace medio siglo, otros grupos de la sociedad civil –como las y los integrantes en México de la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC)–, la academia y las organizaciones sociales. Muestra de ello es que la Ley de Vivienda, desde su origen en 2006 y hasta sus últimas modificaciones en 2019, considera los términos de autoproducción, autoconstrucción y producción social de vivienda.
Con anticipación, en el año 2000, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) implementó, a nivel federal, una oficina para atender a los autoproductores de vivienda, a quienes desde entonces les brinda asistencia técnica. Esta actividad fue denominada producción social de vivienda asistida.1 Por otra parte, desde 1998, la administración del Distrito Federal, a través del Instituto de Vivienda, puso en marcha su Programa de Mejoramiento de Vivienda2 con el fin de atender el proceso de mejora habitacional en las colonias populares de la Ciudad de México. Este programa continúa hasta hoy. Es decir, estamos frente al largo proceso de reconocimiento de la otra producción habitacional.
Además, ya desde 2010, en el cuestionario del Censo de Población y Vivienda de aquel año se incluyeron cuatro preguntas para identificar la forma de adquisición de la vivienda. Más tarde, en el 2014 se realizó la primera Encuesta Nacional de Vivienda, que tuvo como finalidad contar con datos estadísticos a profundidad sobre la vivienda, entre ellos, la forma de adquisición.
Esta forma de adquisición de la vivienda también aparece tanto en la ENVI 2014 como en la edición de 2020, ello a pesar de que el censo es un instrumento más general. A través de este bloque de preguntas se ha podido identificar si la vivienda se adquirió en el mercado o si se produjo para su propio uso.
No obstante, a pesar de las diferencias de profundidad y de amplitud de los instrumentos censo y encuestas, dos informaciones se han mantenido constantes:
- Muestra el poder adquisitivo de la población que se constata a través de la vivienda.
- Este poder adquisitivo de la población se relaciona con el lugar (entidad federativa) donde vive, reafirmando que los estados pobres tienen mayor cantidad de autoproductores o autoconstructores.
Así, se tiene que, en estados con mayor poder adquisitivo (Nuevo León) habrá una mayor presencia de viviendas compradas, mientras que en demarcaciones estatales con menor poder adquisitivo (Oaxaca, Chiapas y Guerrero) será mayor el número de viviendas hechas mediante autoproducción y autoconstrucción (ver Gráficas 1 y 3).
El universo habitacional en México en 2020
Para identificar los resultados de la ENVI 2020 es necesario señalar algunas precisiones metodológicas (Inegi, 2021) que ofrece la encuesta. Con el concepto básico usado en el Censo de Población y Vivienda –viviendas particulares habitadas (VivPH)–, se identifica el universo de viviendas del país en el año 2020. Se trata de un levantamiento a manera de muestreo probabilístico (55 147 viviendas) que se realizó entre el 26 de octubre y el 18 de diciembre de 2020, mediante entrevista cara a cara y con cuestionario electrónico a millones de hogares. El cuestionario contiene un apartado referido a la “Adquisición” (pregunta 5.17) que considera siete opciones:
- ¿Esta vivienda se compró nueva?
- ¿Esta vivienda se compró usada?
- ¿Esta vivienda se mandó construir con un albañil o trabajador por su cuenta?
- ¿Esta vivienda se mandó construir con un ingeniero o arquitecto?
- ¿Esta vivienda se mandó hacer con una empresa constructora?
- ¿Esta vivienda la construyó alguna persona de este hogar?
- ¿Esta vivienda se obtuvo de otra manera?
La ENVI 2020 identifica un universo probabilístico de 35.3 millones de viviendas particulares habitadas o VivPH (Inegi, 2021), de las cuales, 23.9 millones son propias y 5.8 millones son rentadas. La diferencia (5.6 millones viviendas), seguramente corresponde a otras formas de adquisición, como heredada, prestada o invadida.
Estas 35.3 millones VivPH se distribuyen de la siguiente forma:
- Viviendas adquiridas: 66.64%
- Viviendas no adquiridas (NA): 32.23%
La base de datos de la ENVI 2020 muestra una conjunción entre los reactivos 5.12 y 5.2 del cuestionario, lo cual congrega el universo total de viviendas del país –35.3 millones de viviendas particulares habitadas (VivPH)– que se compone de: 1) viviendas adquiridas –en las modalidades de compra y mandar hacer y que representan 66.64% del total de viviendas–; y 2) viviendas NA (no adquirida) que representan 32.23% (ver Gráfica 2).
La identificación de la vivienda en renta como parte del parque habitacional construido en el país es un dato relevante, perdido en el supuesto de que “todos tienen que ser propietarios”, en tanto la renta de vivienda representa en México un conjunto de inseguridades de la relación propietario-inquilino, ya que se le considera una relación entre particulares que no tiene regulación alguna. Así, los datos tabulados incorporan “NA” y refieren el motivo de renta como “no tener acceso a crédito o no tener recursos”. Como dato, el porcentaje más alto de vivienda NA lo tiene la CDMX, con 48% de viviendas en renta; la entidad con el porcentaje más bajo es Oaxaca, con 19.5%.
A efecto de identificar “la otra forma de producción” en la ENVI 2020, que está ligada a la capacidad de adquisición de la familia, se procede a no considerar la variable NA (ver Gráfica 3) y agrupar las preguntas-respuestas del cuestionario de acuerdo con la participación de empresas o a la participación de la población. De esta manera, las preguntas 1, 2 y 5 (numeradas arriba) corresponden al bloque de participación de empresas y donde la acción que se reporta es la compra; en tanto, las respuestas 3 y 4 corresponden al campo de la autoproducción y la acción es mandar a hacer, y la respuesta 6 es para identificar a las y los autoconstructores, donde la acción es construir por su cuenta.
De esta forma, se identifican las relaciones solo a partir del número de viviendas adquiridas en el país (ver Gráfica 3), y se conforma un universo de 23 895 576 viviendas. De estas, las
ejecutadas con participación de empresas hacen un total de 8 555 892 (35.81% del universo); por otro lado, se encuentran las ejecutadas por autoproducción, que suman 10 309 465; más las ejecutadas por autoconstrucción, 3 304 300. Juntas, estas dos últimas modalidades suman 13 613 765 viviendas, lo que representa 56.97 % del parque habitacional que ha hecho la población con “financiamiento familiar” o recursos propios, y que se acerca a la cifra señalada por Rino Torres y Roberto Eibenschutz.3
Reflexiones finales
Los resultados de la ENVI 2020 nos convocan a identificar la relación con la política pública habitacional que reconoce y coloca a las familias en el centro a través de la autoproducción y la autoconstrucción. De esta manera se ejerce el acceso a una vivienda, considerado un derecho humano.
Si bien el diseño de la política habitacional tiene como base el Programa Nacional de Vivienda 2021-2024, que identifica mayores carencias en los estados del sur del país, la propuesta de programas de vivienda diseñados en apoyo a la autoproducción incluye la participación de las y los profesionales de la arquitectura y la ingeniería en su calidad de asistentes técnicos o asesores técnicos,4 quienes definen con cada familia la intervención de diseño que se ejecutará.
El reconocimiento de lo que hace la población como acción familiar o como comunidad y que se ha identificado como “la otra forma de producir” o la producción social de vivienda es el resultado destacable de la ENVI 2020, en tanto la historia de la política habitacional privilegió el modelo de la vivienda terminada como la opción para los derechohabientes o para quien tiene acceso a un crédito. Ahora sabemos que no debe ser así.
El hecho de contar con programas públicos que tengan como búsqueda de resultados a la autoproducción, la autoconstrucción y la producción social de vivienda, por ejemplo, a partir de los programas de Reconstrucción, de Vivienda Emergente y de Vivienda Social de la Secreatría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y ConstruYO,5 significa atender a la población de menos recursos con el objetivo de que concreten su derecho humano a una vivienda adecuada.
Notas
1. Las Reglas de Operación 2021 de la Conavi recuerdan que el artículo 4.o, fracción X de la Ley de Vivienda señala que la Producción Social de Vivienda Asistida es aquella que se realiza bajo el control de autoproductores y autoconstructores que operan sin fines de lucro y que se orienta prioritariamente a atender las necesidades habitacionales de la población de bajos ingresos, incluye aquella que se realiza por procedimientos autogestivos y solidarios que dan prioridad al valor de uso de la vivienda por sobre la definición mercantil, mezclando recursos, procedimientos constructivos y tecnologías con base en sus propias necesidades y su capacidad de gestión y toma de decisiones.
2. La presentación del Programa de Mejoramiento que el propio Instituto de Vivienda de la Ciudad de México hace en su portal señala que “[e]ste Programa se aplica en inmuebles ubicados en suelo urbano y en suelo habitacional rural de baja densidad; regularizados o en proceso de regularización, que acrediten propiedad o posesión; en vecindades que no se redensifiquen y en departamentos de interés social y popular. Es un apoyo financiero a los procesos de autoadministración y mantenimiento que realizan las familias que no tienen otras fuentes de financiamiento y se encuentran en situación de pobreza. Tiene como objetivo atender problemas de hacinamiento, desdoblamiento familiar, vivienda precaria, deteriorada, en riesgo o provisional; fomenta el arraigo familiar y barrial”.
3. La diferencia porcentual de 7.22% corresponde a “obtenida de otra manera”.
4. La ENVI 2020 ya les registra, con un porcentaje nacional, hasta ahora de 1.67%.
5. La nueva línea de crédito del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, llamada ConstruYO, ha operado a partir de 2020. Este programa considera que las y los derechohabientes del instituto pueden ser autoproductores y encargar a su vivienda a una empresa constructora.
Referencias
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2021a). Nota técnica. https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/envi/2020/ doc/envi_2020_nota_tecnica.pdf
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2021b). Cuestionario. https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/envi/2020/ doc/envi_2020_cuestionario.pdf
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2021c). Presentación de Resultados ENVI. https://www.inegi.org.mx/contenidos/ programas/envi/2020/doc/envi_2020_presentacion.pdf
Ley de Vivienda de 2019. Última reforma publicada DOF 14-05-2019. http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LViv_140519.pdf
Torres, R. y Eibenschultz, R. (2006). La producción social de la vivienda en México. Dimensión e impacto macro y microeconómico de la producción social en México. UAM-X.