Por Carina Arvizu Machado y Maira Gabriela Jurado Gutiérrez.
Históricamente, no se han considerado las necesidades y experiencias particulares de las mujeres y niñas en el diseño y planeación de las ciudades. Esto se debe a que, en las urbes, la división sexual del trabajo y la valoración de las actividades productivas sobre las reproductivas o de cuidado privilegian a los hombres en la distribución del equipamiento, infraestructura y espacio público. En el presente ensayo se hace uso del concepto de ciudades cuidadoras para proponer la redistribución del espacio —desde el doméstico hasta el urbano— de forma empática, lo cual también conllevaría una redistribución del poder y del acceso a oportunidades.